Esta vez se trata de una artimaña pre-eleccionaria que es bien atractiva para jóvenes parejas: el subsidio de $25 mil para compra de una primera residencia. Suena a una oferta que no se puede rechazar. Así lo comentó la mayoría de participantes en programas radiales el otro día. Casi todos los analistas dijeron que iba a ser bien difícil que la Legislatura Penepé le votara en contra sin echarse en contra a mucha gente.
Sin embargo hoy sale la noticia de que dos académicos la vieron tal como es: una medida que a quienes beneficia es a los constructores y a los bancos, no al consumidor. La razón que aducen es que la medida ofrece una solución a algunos individuos sin solucionar el problema del precio de la vivienda en Puerto Rico. Veamos lo que dice la doctora Alicia Rodríguez Castro, catedrática de Economía de la UPR en un artículo en El Vocero:
‘‘Es una solución individual porque, si hay 12,000 viviendas (que no se han vendido), quiere decir que hay 12,000 personas que se van a beneficiar, y eso no es una solución al problema’’, dijo en entrevista telefónica con Prensa Asociada.
‘‘Otorgar ese crédito contributivo mantiene el precio de la vivienda alto, no baja los niveles de precio de las viviendas, que es lo que sería deseable para que aquellos que cualificaran para los créditos como los que no cualificaran se beneficien’’, agregó.
El planificador y también profesor José Rivera Santana ve la propuesta del Gobernador como una medida para sacar “a los constructores y a los bancos del atolladero en que se metieron tras construir viviendas más caras y en mayor cantidad de las que el mercado podía absorber”. Lo que sucedió fue que los constructores buscaron financiamiento para sus proyectos ‘‘sobre la base de que existían compradores para un rango de precios en las viviendas que, como todos vemos en la publicidad, exceden los 300,000 y los 400,000 dólares, y resultó que no”.
Se desprende de esta noticia que esa “equivocación” de los constructores (que a diario destruyen lo que queda de la naturaleza y el espacio en Puerto Rico) el Gobierno la quiere resolver no reduciendo los precios de las viviendas como debería. ¡Dios libre! Eso sería penalizar a los que sufragan las campañas eleccionarias. ¿A quién penalizan? Pues como siempre, al consumidor.
¿Saben quiénes ya han respaldado la propuesta del Gobernador? Pues la Asociación de Bancos, la Asociación de Banqueros Hipotecarios y la Asociación de Constructores de Hogares.
Nada más con el testigo.
EL CONSENTIMIENTO DE LOS GOBERNADOS
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EL CONSENTIMIENTO DE LOS GOBERNADOS
(Fragmento del artículo de 1916 *(Boberías (8)* )
¡Y yo, necio de mí, que creía qu...
Hace 1 día
4 comentarios:
Gracias, Señora. Mejor no se podría explicar.
cvg
Gracias a ti por el comentario.
Me alegra que esto se esté comentando con ese giro. La verdad es que me quedé pensando cuando leí esa noticia: y qué con tantas personas mayores que necesitan reducirse y han puesto sus casas a la venta porque ya no pueden mantenerlas? Y las familias que pierden a sus padres y confían en la venta de esa propiedad para tener un dinero disponible para educación etc. de la otra generación? Por qué el gobierno no incentiva el reúso de esas propiedades? Es responsable por parte del gobierno desestimular el uso de buenas estructuras simplemente porque no están acabadas de construir? Debe el gobierno estimular esa actitud irresponsable de construir y construir habiendo opciones ya en el mercado?
En una urbanización cerca de mi casa hay como siete casas en dos manzanas aledañas con rótulos de venta. No sería más sensato estimular esas ventas, incentivar a las parejas jóvenes para usar esas casas en lugar de meterles por la cabeza que patrocinen ese crimen ambiental que nos regalan día a día esos desarrollistas? Los mismos que, por cierto, cuando se les acabe el guiso o nos acaben la tierra alzarán el vuelo con los créditos que les han dado y se largarán, dejándonos con el desastre.
Exacto JC, por eso es que la noticia me ha dado tanto coraje. Es puro engaño para, como siempre, mantener contentos a los que pagan las campañas políticas. Los que como bien dices, cuando se acabe el guiso (cuando no haya más espacio en la isla para destruir), se van con su capital a otro sitio.
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