jueves, 26 de julio de 2007

El gobierno entrega patrimonio histórico y cultural

El asunto del Fortín San Jerónimo al fin ha salido a la luz pública y se ha abierto la caja de Pandora de la corrupción en este país. El que se haya permitido a un desarrollador colombiano--casado con un miembro de la familia cubana dueños de Doral Bank--construir unos edificios espantosos en la misma entrada de la isleta de San Juan arrasando con el pasado histórico y amenazando con la destrucción del San Jerónimo, es otro indicio de que el capital no tiene patria y que el gobierno de Puerto Rico tampoco.

Aunque el escándalo de lo ocurrido con San Jerónimo ha reventado en los medios con la investigación llevada a cabo por el Senador Orlando Parga y en las vistas de su comisión unos han atacado a otros y todos han quedado mal, el proyecto Paseo Caribe estaba siendo impugnado en los tribunales desde el 2000. La Arquitecto Carmen Mascaró, como portavoz de la Asociación de Residentes del Condominio San Luis, llevó el caso para que hacer cumplir con los reglamentos ambientales y de planificación de Puerto Rico. ¡Vano empeño!

De acuerdo a la investigación realizada por estos vecinos hace más de ocho años, la aprobación del proyecto Paseo Caribe estuvo plagada de irregularidades y de violaciones por parte del gobierno de Puerto Rico. Éstas fueron: vender ilegalmente terrenos ganados al mar que son de dominio público; violar la política pública sobre patrimonio histórico y cultural al no respetar las ruinas de la primera línea de defensa del islote de San Juan y al no proteger al Fortín San Jerónimo; aprobar la ubicación del proyecto sin seguir los debidos procesos, sin el endoso de la Autoridad de Carreteras y con la oposición del Municipio de San Juan (bajo la administración de Sila Calderón como alcaldesa); aprobar estructuras con frente horizontal paralelo al mar en violación de la Ley de Puertos de Puerto Rico y sin la preparación de una Declaración de Impacto Ambiental. Dicen los litigantes que al no prepararse la DIA mandatoria, "no se consideraron los impactos por la congestión vehicular de más de 1, 759 automóviles, la ocupación ilegal de terrenos de dominio público, el impacto negativo a los recursos históricos, culturales y estéticos, los impactos acumulativos al sector por la alta densidad del proyecto, violaciones a la zonificación del área, eliminación del único hidrante disponible para el sector, daños a la propiedad, daños a la salud, daños económicos, daños a la calidad de vida y el incremento en las inundaciones pluviales a causa del pobre drenaje de la infraestructura actual, entre muchos otros".

El desarrollador, Arturo Madero sostuvo por la televisión hace pocos días que contaban con todos los permisos. Eso es lo triste del caso. Gracias a la corrupción de las distintas agencias envueltas en estos permisos este hombre sin patria puede dar la impresión de que todo ha sido legal de su parte.

Como siempre ocurre, los demandantes no lograron lo que el dinero de Madero logró. La prueba está en el enorme adefesio que, para balancear el otro adefesio del Millenium, nos da la bofetada en la cara al entrar a la isleta de nuestra ciudad capital.

Pobre país el nuestro.

domingo, 22 de julio de 2007

Por fin puedo desahogarme

La razón de ser de este blog es la necesidad de expresar mis opiniones y reacciones sobre los asuntos del país en que nací. Siempre he sentido la necesidad de comunicar. Por eso ejercí como profesora universitaria por más de 20 años y por eso he publicado varios libros.

En una época remota me expresaba mediante cartas bien fuertes a los periódicos que dejé de enviar cuando mi madre (qepd) me "sugirió" que no lo hiciera porque ya la gente sabía de antemano que si era con mi nombre, la carta era de crítica y con coraje.

Tenía razón mi madre, como siempre, porque las cartas usualmente eran atacando al gobernador de turno, al que hubiese cortado árboles, al que hubiese evidenciado racismo o sexismo en sus expresiones y así por el estilo. La carta más controversial fue sin duda una que escribí al San Juan Star en las navidades de 1970 bajo el título de "Why I hate Christmas". La provocó por un lado que ese diario en inglés publicó ese día un anuncio con el personaje de Peanuts, Charlie Brown, diciendo "only 17 shopping days till Christmas". Por otro lado, ver la cartita de mi hija de 9 años pidiendo a Santa Claus un juguete por su marca. Para mí eso era el colmo de a lo que había llegado la comercialización de esa época (¡que ni se acerca a la que ocurre en este comienzo del siglo 21!) y escribí la carta parodiando el famoso poema de Emily Dickinson. La reacción fue terrible. ¡Me cayeron mimes! El periódico recibió tantas cartas reaccionando a la mía que al año siguiente Frances N. Lee escribió una carta en que decía que "Last year at this time a lady wrote in to the STAR criticizing Christmas, and was promptly pounced upon by practically everyone. Too bad for her, but fortunate for the year 1970, which, instead of petering out in a dull sort of way, suddenly went blazing into the annals of all history, to be forever remembered as "the Year of the Great Christmas Controversy".

Al menos en este medio no dependo de ningún editor y puedo manejar lo que escribo e inclusive eliminarlo. Es la libertad de expresión verdadera, la que no existe en ningún medio escrito pues ya sabemos que en los periódicos se escribe lo que los dueños permiten.

Agradezco a mi hija mayor que me convenciera de crear el blog y a mi querido yerno por haberle dedicado tiempo a crearlo y enseñarme a administrarlo.

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