Una de las ridiculeces recientes que comprueban nuestro status de colonia de los Estados Unidos es lo ocurrido con el Yunque. La noticia muestra una foto de unos sonrientes Luis Fortuño y Eduardo Bhatia develando la placa con el “nuevo” nombre de Bosque Nacional El Yunque. Ese nombre (cortesía de una orden ejecutiva firmada por Bush en abril pasado) sustituye al nombre anterior, Bosque Nacional del Caribe, (Caribbean National Forest) dado en 1935 por el entonces presidente Franklin Delano Roosevelt. A su vez ese nombre sustituía el anterior dado al bosque en 1903 cuando fue designado “Luquillo National Forest”. A su vez este nombre sustituía el de Reserva Forestal de Luquillo dada por el rey de España en 1876. A su vez este nombre sustituía a Yuqué, el dado por nuestros antepasados taínos hace por lo menos mil años a la montaña sagrada donde habitaba Yuquiyú, el dios del bien.
¿Saben porqué el cambio? Porque un gringo se perdió yendo a la ceremonia en el 2003 en la que los Estados Unidos celebraban los cien años del “Bosque Nacional del Caribe”. (No son casi pretenciosos ellos, no qué va..) Resulta que al preguntar por el sitio, nadie supo decirle pues los boricuas lo hemos conocido siempre como el Yunque y nunca por otro nombre.
Ahora, cuatro años después de la perdida de ese funcionario estadounidense, nos “espetan” como la gran cosa el nombre con el que siempre se le conoció. Lo que procede es que hagamos una contra-ceremonia para celebrar los mil años de la montaña sagrada de nuestros ancestros taínos que nos sigue protegiendo del dios malo Juracán.
¿Saben porqué el cambio? Porque un gringo se perdió yendo a la ceremonia en el 2003 en la que los Estados Unidos celebraban los cien años del “Bosque Nacional del Caribe”. (No son casi pretenciosos ellos, no qué va..) Resulta que al preguntar por el sitio, nadie supo decirle pues los boricuas lo hemos conocido siempre como el Yunque y nunca por otro nombre.
Ahora, cuatro años después de la perdida de ese funcionario estadounidense, nos “espetan” como la gran cosa el nombre con el que siempre se le conoció. Lo que procede es que hagamos una contra-ceremonia para celebrar los mil años de la montaña sagrada de nuestros ancestros taínos que nos sigue protegiendo del dios malo Juracán.
2 comentarios:
Amen.
La verdad es que necesitamos toda esa energía del bosque para vivir en este país.
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