El blog "Las letras del fuego" hace honor a ese título porque lo que escribe su autor, Marcos Reyes Dávila-catedrático de literatura en la UPR de Humacao y director de la prestigiosa revista Exégesis- siempre es candente y luminoso. Su entrada de esta semana se titula "Calibán: la deuda es suya, nuestras son las utopías". Creo que es tan importante que la reproduzco completa y será el "pie forzado" para un próximo seminario sobre "mentalidad colonizada" que pensamos ofrecer en la Universidad del Turabo. Lean lo que dice Reyes Dávila:
"De
seguro que el éxito mayor del gobierno de Estados Unidos, de la Junta de Control
que lo representa, y del gobierno colonial (PNP y PPD) que también lo
representa, es obligarnos a hablar, sin que lo percatemos, su lenguaje. El
lenguaje del imperio colonial, y con él, el lenguaje del mundo del capital.
Todos los medios de difusión le siguen a pie juntillas, a los poderes
coloniales, la canción de la deuda. Y con los medios y con el lenguaje del
gobierno colonial, del imperio colonial y del capital financiero, también toda
la sociedad puertorriqueña le hace coro a la canción: “Puerto Rico vive una
crisis”; “El gobierno no tiene dinero”; “Hay que pagar la deuda”.
Y no. No es solo cuestión –que lo es– de que la deuda es impagable, y que solo
pretender lo imposible causará la ruina, durante décadas, del pueblo de Puerto
Rico y una “catástrofe humanitaria” que muchos expertos saben que vendrá y que
ya tiene un pie dentro: desempleo, reducción del gobierno, de los seguros de
salud, de las pensiones, de los derechos laborales, de la privatización hasta
de los suspiros, de la educación, de los bienes del pueblo de Puerto Rico.
Enredarse en el discurso del dominador es un laberinto sin salida para el
pueblo de Puerto Rico porque es internarse en una manera de entender las cosas
que no es, no debe ser, no puede ser, la nuestra como pueblo. El discurso de la
deuda es falso, porque es el discurso del capital financiero y de sus intereses
político-económicos. Es el discurso de la explotación y del explotador. Con ese
discurso la libertad yace muerta en yermo estéril. El discurso nuestro
está en la orilla contraria.
El lenguaje del dominador, el de la deuda y de los bonistas buitres, nos pone a
buscar soluciones que pensamos serán más justas para nuestros intereses. O nos
pone a dilucidar sin cansancio en cómo acomodarnos mejor a la alegada escasez.
Pero la verdad es que por más vuelta que se le dé al problema, este no tiene
otra solución, para ellos, que la explotación inmisericorde de la riqueza
inmensa que aquí producimos. Para colmo, a ellos no les interesa el beneficio
del pueblo de Puerto Rico. Con premeditación, y con toda intención y alevosía,
ellos nos entramparon para explotarnos con más profundidad, contando incluso,
con la dócil venia nuestra.
Shakespeare escribió la historia –“La tempestad”– sobre este señor llamado
“Próspero” –¡y “Promesa”!– que vino a colonizar una isla desconocida que
habitaban Ariel y Calibán. Luego el Premio Nobel caribeño, Aimé Césaire, ubicó
la historia en el Caribe, y Fernández Retamar, más tarde, convierte la historia
en una de explotación colonial en las Antillas. La historia del colonizado.
La parte que nos interesa en esta historia según la interpreta Retamar, es la
del oprimido y esclavizado que se ve en la necesidad de hablar la lengua del
amo. Esa es la historia de todo pueblo colonizado. Y de eso, justamente,
estamos hablando.
La lengua del amo, repetimos y repito, no es la nuestra. La verdadera lengua de
los pueblos sometidos a la esclavitud colonial es una que, enraizada en
nuestros propios intereses como pueblo distinto y aplastado, tome conciencia de
sí, y dirija su esfuerzo a la emancipación de esa esclavitud y a todas las
reivindicaciones que conforme al derecho natural le corresponden.
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