Me encanta ver los mundiales
de futbol porque es una delicia ver los mejores jugadores de cada nación
enfrentándose cada cuatro años en el deporte verdaderamente global. ( Menos mal
que los Estados Unidos no han logrado influir con su peculiar y violenta
versión, football, y se han integrado al futbol). También porque siempre hay un drama envuelto
en todo lo que concierne al Mundial, en cuanto a la FIFA; los dirigentes, los
integrantes de los equipos, el grado de identificación de los jugadores con
sus países así como las fanaticadas (o hinchas como le dicen los
latinoamericanos) y su comportamiento. Voy a dar algunas muestras de estos
dramas.
En cuanto a la FIFA, hay controversia
-señalada por el dirigente holandés - en cuanto al puesto asignado
a los
partidos para supuestamente beneficiar a Brasil. Pero en realidad este es el menor de los
dramas.
El mayor es el señalamiento de
que mientras en Brasil hay miles de protestas (que se mantienen fuera de
las
cámaras, por supuesto) por el gasto
astronómico en el Mundial quien se lleva el dinero es la FIFA.
Sobre los jugadores, en el juego entre Alemania y
Ghana, Le Monde (en un artículo titulado "Uno no
escoge a su familia pero a veces a su equipo nacional") resalta el caso de los hermanos Boateng quienes
se encontraron
como rivales en el campo de juego-como un ejemplo de la complejidad creada por
la
inmigración y el asunto "espinoso" de la binacionalidad. Los Boateng,
nacidos en Berlin, son hijos de un
ghanés pero de madres alemanas
diferentes. El menor se crió en un
ambiente de clase media y a la hora
de escoger el equipo en el Mundial se
integró al de Alemania. El mayor, criado en un barrio pobre quiso
pertenecer al
de Ghana. En el artículo sale una foto del encontronazo de los hermanos en ese partido.
En cuanto a los equipos nacionales, la estrepitosa caída
de España a partir de un primer juego desastroso evidencia la situación de
fractura nacional que se vive en estos últimos años y que recuerda lo de la España invertebrada, con todo y el nuevo rey. No
se pudo unir detrás de una misma bandera a los de Barcelona y de Madrid, como
sucedió hace cuatro años en Sudáfrica y el propio Del Bosque comentó que había
jugadores que pensaban solamente en ellos mismos.
En contraste, tengo que admitir que el equipo de Estados Unidos
demostró todo lo contrario: una unión de país alrededor de una sola bandera y
eso ayuda en el terreno de juego a que jueguen precisamente como una unidad y no como
luminarias individuales.
Las fanaticadas han sido tema de innumerables noticias negativas en
cuanto al comportamiento de las mismas. Afloran los prejuicios raciales que
llevaron a que en uno de los estadios se colocaran cientos de letreros pidiendo
combatir el racismo. Lo más reciente fue
la expresión de la homofobia/machismo de la fanaticada mexicana con sus gritos
de "puto" que en ese país es una forma de insultar a los
homosexuales. La reacción de la Fifa ha
sido amenazar con sancionar a los mexicanos si se repite el grito y esto a su
vez ha provocado un debate en cuanto a si eso atenta contra la libertad de
expresión entre otros asuntos, según un artículo de El País titulado "Del
'cielito lindo' al 'puto'.
Con todos estos dramas de trasfondo y con unos juegazos que no son para cardiacos (como el de Estados Unidos y Portugal), para mí es un gozo sentarme a disfrutar de los juegos e ir siempre a los latinoamericanos o al "underdog". Hoy espero que gane Costa Rica, la sorpresa del Mundial.