miércoles, 30 de mayo de 2018

Ana Teresa Toro lo dice mejor que yo, lean su columna

Un luto colectivo

A veces hay que escribir con dolor. Con rabia. Con urgencia. Hoy es una de esas veces. Y hay que hacerlo sin excusas. Sin temor. Con mente y corazón abiertos. Aunque caiga el aluvión de lodo y nos entierre hasta las palabras. 
El estudio dice que son 4,645 muertos. No es la primera investigación que arroja números similares. Los periodistas del país llevan meses advirtiendo la injusticia que representa el mantener una cifra oficial en 64. Y el gobierno tiene la cara de preguntarnos, como lo han hecho con sus acciones: ¿qué tanto les importa un número? ¿Por qué ese interés en saber cuántos fueron?
Tiene una que tragar gordo, respirar y gritar. Sí, porque hay momentos en los que lo que corresponde es gritar: PORQUE CADA VIDA IMPORTA. Puñ… Esta vez, el improperio no viene al caso de una celebración, responde al dolor que todos tenemos encima desde ese 20 de septiembre. Ese grito viene desde el estómago, del mismo lugar donde todos tenemos una piedra apretándonos la entraña desde ese día, una roca muy parecida a las que se lanzan en las protestas. Lo simbólico duele tanto cuando es literal. 
Cada vida importa, porque la dignidad de vivir no se completa sin la dignidad de morir. Porque jamás vamos a superar lo que nos pasó, si no entendemos exactamente qué nos pasó. Porque hubo quienes murieron entre el viento y el horror, pero son muchos, muchísimos más, los que murieron como resultado del desastre administrativo a nivel federal y local. Nos hemos cansado de decir que la naturaleza hace el fenómeno atmosférico, pero la tragedia, esa la ejecutan los errores humanos y la ineptitud, los sistemas políticos fracasados, el diseño de un país que nunca ha podido serlo del todo. El servilismo a un gobierno colonial que nos escupió en la cara y nos lanzó el papel secante para que nos limpiáramos el rostro. 
Lo sé. Escribo con coraje. Pero es tiempo de ello. Tampoco hay que ser insensata. Estoy segura de que nadie —o quiero pensar— que nadie en el gobierno se levantó por la mañana a pensar en cómo agravar la tragedia que ocurría y sigue ocurriendo para muchos en la isla hasta el día de hoy. Pero hace falta un ejercicio de honestidad personal e intelectual en el país con relación a muchas cosas, pero sobre todo, con relación a lo que ha significado este huracán. Ver claramente los fracasos, comenzar a enmendarlos y aprender de ellos. Así ganarían mucho más que nuestro respeto, ganarían la posibilidad de no repetir el incontable número de errores, actos cuestionables, y negación a la verdad que hemos visto desfilar en los pasados meses. Y si nada de eso es suficiente, ganarían la posibilidad de salvar vidas que es lo que de verdad importa. 
Leo el estudio y lo confirmo. Este era el luto que estábamos sintiendo. La capa caída con la que nos movíamos por la ciudad. La bandera negra adolorida. El otro día escribía sobre el miedo a desaparecer, y me doy cuenta de que era eso, intentaba escribir sobre lo mucho que nos morimos todos cuando nos morimos tantos. Y fue imposible porque la muerte es un silencio absoluto. Malditos los que nos mienten.  
El desasosiego que sentimos días, semanas, meses después no era una cosa íntima, era ese luto colectivo que no nos han dejado llorar en paz. Malditos los que nos impiden despertar. 
Periodistas puertorriqueños lo dijeron, lo probaron, salieron a la calle, visitaron funerarias, morgues, entrevistaron gente y gente. Y se negaron a admitirlo. La verdad en sus rostros y su respuesta, más silencio. Otra muerte encima de la muerte. Malditos los que nos siguen enterrando en el silencio. 
Hoy lo dice un estudio de Harvard y su respuesta: más silencio, más imprecisión, más siembra de dudas. Ahora cuestionan hasta el método científico, o el procedimiento más exacto para trabajar con demografía, cuando lo que deberíamos preguntarnos es ¿por qué todos los métodos que tenemos nos han fallado? ¿Por qué no atender con la urgencia que amerita este luto colectivo del cual ninguno aquí o allá ha sanado? Por quitarnos nos quieren quitar hasta la dignidad de asumir nuestros muertos. Malditos.

miércoles, 2 de mayo de 2018

La otra cara de la violencia, la que no se difunde por los medios

"Si esta foto no te indigna, si piensas que “ella se lo buscó por estar allí “ o “¿quién la manda...?”, amigo, tú eres parte del problema. Nadie se busca un abuso. 

Esa joven fue allí a dar, literalmente, la cara por ti, por mí y por todos. La próxima vez que pases frente a una comunidad aún sin luz, acuérdate de ella. La próxima vez que te llegue una factura injusta, que no puedes pagar y no tienes a quién reclamar, acuérdate de ella. Si sacas los números para retirarte y te das cuenta que no puedes, porque simplemente, no puedes vivir con la pensión que te toca, acuérdate de ella. Y si alguna vez sientes un dolor intenso, te arde toda la piel y te quedas ciego, acuérdate de ella.

Querida joven, no te conozco, pero gracias. Gracias infinitas por tu valentía y compromiso." (Mirelsa Modesti en su Facebook).

martes, 1 de mayo de 2018

"Una nueva dictadura se ha instaurado en Puerto Rico" por Roberto Ramos Perea

(ENVIADO HOY EN LA TARDE A MAS DE 150 periódicos de todo el mundo en varios idiomas.)
Una Nueva DICTADURA se ha instaurado en Puerto Rico
por ROBERTO RAMOS-PEREA
Dramaturgo Puertorriqueño
Primero de Mayo 2018. – Siguiendo las órdenes del Gobernador de Puerto Rico, el Dr. Ricardo Roselló, hoy, Día Internacional de los trabajadores, la Policía dispersa con gases y balas de goma una manifestación de miles de ciudadanos que protestaban indignados contra una nueva dictadura que se ha instaurado en Puerto Rico.
Es una dictadura de impunidad, corrupción política y explotación económica del pueblo puertorriqueño. En el año 2016 llegó al poder nuevamente el Partido Nuevo Progresista (PNP), partido que suplica a Donald Trump, que Puerto Rico sea el estado 51 de los Estados Unidos.
Los gobiernos de los partidos mayoritarios, tanto del Partido Popular Democrático (PPD) que apoya la perpetuación del estado colonial, como los del anexionista PNP han aumentado la deuda pública del país en mucho más de 70,000 millones de dólares. Una deuda impagable para Puerto Rico.
Para cubrir esa deuda se han realizado los más abusivos recortes presupuestarios de nuestra historia. Han tomado dinero de las pensiones de los empleados públicos y han recortado todos los presupuestos de todas las agencias. Los fondos para la educación, la cultura, la salud, las mejoras de la infraestructura pública, se vieron mermados casi en su totalidad para poder ofrecer a Estados Unidos y a una Junta de Supervisión Fiscal nombrada por el Congreso, un plan de pagos que aminorara la deuda y complaciera a los acreedores. El Gobierno de Puerto Rico y la Junta de Supervisión Fiscal son dos garras de una misma fiera.
En ese proceso nos sorprenden dos huracanes desastrosos que lanzan a Puerto Rico a su peor miseria histórica.
Estados Unidos por su parte, envía escasas ayudas y éstas son saqueadas por el Gobierno para beneficio de su personal y sus funcionarios. Aún en Puerto Rico, 8 meses luego de los huracanes, hay cientos de familias sin energía eléctrica y cientos de casas cubiertas con toldos.
Este desastre dejó sin trabajo y sin seguridad de salud a más de medio millón de personas, muchas de las cuales emigraron a Estados Unidos.
La peor parte de esta crisis, es que en medio de las crueles necesidades de salud, de empleo y de educación, el actual gobierno pone a la venta la Autoridad de Energía Eléctrica, así como más de otras 20 corporaciones de servicios públicos que eran propiedad del Pueblo de Puerto Rico. Ordena cerrar más de 300 escuelas causando un caos social entre los estudiantes. Las escuelas vacías se venden por un dólar a los allegados del Gobierno. Destruyen paulatinamente la Universidad de Puerto Rico arruinando su prestigio y limitando sus capacidades. Eliminan de raíz todos los presupuestos culturales, porque la cultura puertorriqueña es resistente de la asimilación a Estados Unidos.
Abren la puerta a las negociaciones con intereses corporativos del fundamentalismo cristiano y colocan como legisladores en el Senado y en la Cámara de Representantes a los más agresivos defensores de la derecha religiosa cristina violando el más caro principio de la separación de Iglesia y Estado. Y encima de todo esto, sustituyen a los Secretarios del Gabinete puertorriqueños por funcionarios estadounidenses pagándoles sueldos de medio millón de dólares al año.
Intervienen la judicatura, legislan para favorecer corporaciones afiliadas al poder y decretan leyes en contra de todos los avances obreros y sindicales.
Compran con dinero del pueblo a periodistas para que estos insulten al pueblo puertorriqueño y promuevan el asesinato de nuestros más caros valores nacionales.
Nada de esto sería de asombrarse si conocemos que dictaduras iguales han asumido el poder en todo el mundo. Pero Puerto Rico es un país geográficamente menor a muchos de ellos, por lo que el control de toda resistencia va dirigido a la rápida aniquilación del pueblo.
Es hora de que el mundo sepa lo que aquí pasa. Estados Unidos no asume ninguna responsabilidad tras haber invadido militarmente y bombardeado nuestras playas en 1898.
Estados Unidos no tienen ningún interés en convertirnos en Estado de su Unión. Lo han dicho miles de veces. Su único interés es despoblar la Isla para venderla en pedazos a los intereses turísticos y comerciales de las grandes corporaciones de EU, entre ellas Monsanto.
Puerto Rico es una de las últimas colonias de América, sino la última. Estamos incapacitados para impedir este caos. Necesitamos del apoyo internacional, necesitamos la expresión de los más altos foros internacionales y de los gobiernos que con dignidad han representado la democracia en el mundo. Tenemos que dar a conocer este genocidio o esto terminará muy mal, no solo para nosotros, sino para el necesario balance de la fuerzas del mundo.
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