En la pasada edición de los Golden Globes, la serie de televisión ganadora
al igual que su protagonista fue Breaking
Bad. Para mí la publicidad que se le
ha dado a esa serie me resulta inconcebible porque trata de la producción de la
metanfetamina (meth) que tanto daño hace a la juventud. La empecé a ver por recomendación de una
amiga pero luego de los dos primeros episodios la dejé y ni lo bien escrita o
actuada me convencieron de que es algo bueno para mi cerebro o espíritu. Al contrario.
Hoy leyendo Rebelión, me encontré un artículo sobre "Breaking Bad" escrito por
un filósofo y bloguero mexicano que quiero compartir con ustedes, al menos
parte del mismo:
"... Dicen que es la “serie más exitosa de toda la historia” que ha
roto récords, que acumula premios de todo tipo, que es ya un fenómeno
televisivo mundial. Y mientras más se la publicita más se afianzan sus
aberraciones temáticas. ¿Comprenderán los “teleespectadores” en México, en
Guatemala, en Honduras, en Colombia, en Argentina… por qué los yanquis abordan
estos temas desgarradores, para entretenerse, mientras a nuestros pueblos nos
cuesta sangre, desgarramiento y huellas psicosociales irreparables? ¿Hay algún
mensaje “edificante” o algún arrepentimiento, salido de la moral yanqui, para
denunciar, de verdad, la red compleja de crímenes paridos por el capitalismo
presentados como narco-espectáculo? ¿Forma opinión, cuál… forma modelos,
cuáles? No hace falta ver toda la serie. Paraíso de la degradación, el
envilecimiento, la decadencia y la corrupción. Radiografía de un sistema que
expresa sus metástasis en la vida cotidiana y hace negocios con eso.
“Breaking Bad” es un retrato cínico del imperio que sabe producir
maquinas de guerra ideológica con gran manufactura artística y tecnológica. Eso
no le quita lo perverso. Aunque muestra “descarnadamente”, ante sus cámaras,
los submundos del sistema en decadencia, eso no implica una crítica. Con la
dosis descomunal de ambigüedades que la serie maneja, se hace difícil decidir
si se trata de una apología del delito o de una moraleja audiovisual para la
resignación. La serie toda parece decir, empeorando, que la cosa es así, que
“la ley del más fuerte” es la que manda y que, también, se llega a ser más fuerte
si se es más cruel y más ambicioso. No disfrutaremos este pastel de carne
humana como si fuese un logro estético. No importa cuántas escenas de ternura
intercalen, no importan los silogismos de la obediencia debida a la
“supervivencia” que encadenen, no importan los premios ni su fama. Se trata de
una serie televisiva más que, directa e indirectamente, nos señala dónde está
el poder y dónde está el dinero para estimular, a balazos, el tráfico de
cualquier cosa que satisfaga la voracidad del capitalismo, el más demencial
comprador y consumidor de drogas, violencia y vidas humanas que la humanidad ha
padecido. Y lo pasan por la tele, impunemente."
Bien dicho.
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