Algunos de mis lectores arquearán las cejas cuando lean ésto pero me encanta La Revista de los domingos de El Nuevo Día. Sí ya sé que ese periódico está en la mirilla de muchos y acaba de ser acusado por el PIP de ser un quinto partido político. No por eso dejo de leerlo, al contrario. Sobre todo como dije antes, la revista dominical. Generalmente contiene suficiente material para permitir que una se deleite leyendo un rato. Miren por ejemplo la del domingo pasado, de la que destacaré lo más que me gustó de la oferta variada que contiene, que como siempre incluye los maravillosos dibujos de Juan Álvarez O’Neill.
En primer lugar, la columna de Mayra Montero (antes de que llegue el lunes), titulada “Estiércol” pone el dedo en la llaga de la basura que son los programas de televisión que transmiten los canales 2 y 4 por las tardes. Dice Mayra:
Cómo un canal puede pasar un programa como el de José Luis, y luego felicitar la Navidad o pedirle a la gente que no dispare al aire? ¿Cómo pueden transmitir un horror como el de ‘Doce corazones’ y luego hablar de la violencia de género y pasar anuncios de servicio público sobre ese tema? Nadie les pide que tengan un poquito de coherencia, eso es como pedirle peras al olmo, sino que se sienten a ver esos programas y por favor nos digan a quién van dirigidos. Me gustaría saber para quién los ponen, a quiénes intentan seducir o entretener. ¿A los jubilados? ¿A las amas de casa que están esperando a que los hijos vuelvan de la escuela? ¿A la marea de desempleados, una gran parte de ellos varones jóvenes, que viven de las ayudas del Gobierno y algún chivito que les cae de vez en cuando, y que a esa hora se rascan la barriga frente al televisor? Pues si se respetaban poco y tenían pocas aspiraciones en la vida, el “disfrute” de esa basura los hará peores. ¿Cómo puede un canal ponernos el programa del tal José Luis y luego pedir que no se maltrate a los niños? ¿Nos chupamos el dedo y les creemos cuando se ponen filantrópicos? Porque ya no se trata de que sean espacios frívolos o estúpidos. Hay muchos programas malos en la televisión de aquí y en la de todo el mundo. Pero en esos dos programas hay una vileza intrínseca; un retorcido afán por denigrar a las personas, por denigrarnos a todos, incluso a los que, pasando los canales, hemos caído allí. Y es curioso que encima los vendan como la gran maravilla.
Estoy totalmente de acuerdo con ella (como me sucede bien a menudo) en que lo que promueven es la violencia porque en realidad son una forma de agresión. Lo triste es que la supuesta nueva programación del canal 4 lo que va a presentar a las 4 de la tarde es a la infame peruana Laura Bozzo. A esa hora ya hay niños en las casas y lo que ven, porque los padres no los supervisan, es gente gritando y entrándose a puños para las cámaras. No me imagino cómo funciona el cerebro de los que gustan de ver esos programas, si es que les quedan neuronas luego de ver tanta basura.
En segundo lugar está el homenaje, muy merecido, que le rinde Carmen Dolores Hernández a Rosario Ferré bajo el título de “La valentía de escribir”. Incluye las palabras de Rosario al aceptar su nombramiento como miembro de la Academia de la Lengua Española en días recientes. También incluye lo que dijo el crítico peruano Julio Ortega al ser incorporado como miembro honorario de dicha Academia. Ortega hace un tributo al español de Puerto Rico y me encantó lo que dice sobre el mismo:
Me complace recibir este honor especialmente porque el español de Puerto Rico ocurre en la encrucijada atlántica, entre España, el Caribe y Estados Unidos. Y es, por ello, una lengua nacional que se habla con acento político. Ya hablar puertorriqueño es hacer una declaración política. Pero no porque el español esté aquí amenazado –nunca nuestro idioma ha sido más fuerte que en esta isla–, sino porque ha sido capaz de hacerse lugar en el diálogo. Libre de la penuria de la víctima, vuelto interlocutor, propone su diferencia en el debate.
En la parte de Opinión hay un artículo de Anayra G. Santori titulado “El Arte, El Mall y la Crisis” en el cual aborda el tema de los excesos de nuestra cultura, Plaza las Américas como el único referente y el arte como antídoto colectivo. Dice en parte la autora que:
Este regodeo en el exceso, sin antídoto alguno, dificulta enormemente enfrentar la llamada crisis que vive el País. Con uno de los hemisferios cerebrales sabemos que el País se nos deteriora; con el otro, no acabamos de encontrar la manera de enfrentarlo. Parecemos oscilar entre la indefensión y la ira, la frustración y el envalentonamiento. Aquí es donde la gestión cultural puede ser un remedio, puede ser antídoto colectivo. Para enfrentar la crisis nos hace falta todo lo que le hemos ido a buscar a Plaza sin quizás saberlo: espacios públicos, excusas para encontrarnos, modos de individualizarnos, maneras de conectarnos con algo que nos trascienda.
Finalmente (de los que estoy escogiendo, porque hay mucho más en la revista), la siempre esperada sección de Lengua con Maia Sherwood Droz (¡con ese nombre y apellidos tenía que ser lingüista!)y Marilola Pérez. La dedican a “Las palabras del 2007, El año en que se pusieron de moda facebukear, Paseo Caribe y pepper spray”. Cada una escogió cinco palabras o frases, que van desde “Ser como doña Chepa” hasta Kayak, la cual define Marilola de la siguiente manera:
Kayak - Esta palabra sí que ha evolucionado. De origen inuit, la palabra se refería inicialmente a esas canoítas que se usaban allá arriba donde hace frío para moverse de pedazo de hielo a pedazo de hielo. Jamás se imaginó Amorak que, en una isla del Caribe, en el 2007, el barquito se usaría como símbolo principal de la creatividad y la solidaridad que todavía, a pesar de años de ininterrumpidas agresiones a su dignidad, sobrevive en muchas de las personas que viven en nuestra Isla.
Lo bueno es que pueden leer la revista en línea si no compran el periódico. La recomiendo.
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