
Esta semana se conmemora, todavía bajo el
nombre de “descubrimiento”, el arribo de Cristóbal Colón a nuestra isla. Es buena ocasión para rendirle homenaje a nuestros antepasados los taínos y enfatizar que no fueron nada de mansos, como se nos hizo creer. Por el contrario,
resistieron en todas las formas posibles: huyendo, fingiendo, engañando y finalmente rebelándose en lucha armada.
• La primera resistencia: la huida
Según cuentan las
Crónicas, el 19 de noviembre de 1493 Cristóbal Colón, luego de navegar de isla en isla en el mar al que luego se le daría el nombre de Caribe, llegó a una más grande, llamada Boriquén por sus habitantes. Antes de arribar a sus costas, las indias taínas que había “rescatado” en Guadalupe, se tiraron de la embarcación para llegar nadando a su isla. Colón se quedaba sin sus posibles guías que pueden haber avisado que venían los hombres extraños. Navegaron entonces a lo largo de la costa sur en dirección noroeste y desembarcaron en un puerto (disputado hasta hoy entre varios pueblos del oeste). Encontraron una aldea muy bien puesta pero ningún habitante que saliera a recibirles (por tanto las imágenes que incluyen a los indígenas junto al Almirante son totalmente erróneas). Colón tuvo que haber desembarcado para poder reclamar la isla -que llamó San Juan Bautista-,a nombre de los Reyes Católicos, como hizo en todas (menos las más pequeñas). Pero no se hizo nada luego de reclamarla. Antes que los españoles se asentaran, los primeros que llegaron a San Juan Bautista fueron los cabros y cerdos que soltó
Vicente Yáñez Pinzón por la misma costa occidental en 1505.
• La segunda resistencia: la guerra
No es hasta el 1508 que se formaliza el inicio de la colonización española de nuestra Isla con la llegada de
Juan Ponce de León. En principio fueron bien recibidos por Agüeybaná quien seguramente ya estaba enterado de las atrocidades cometidas en la muy cercana Española contra los taínos de allí. Es muy posible que escogiera tratarlos bien a ver si los dejaban en paz pero no fue así. Pero el cacique no duró mucho y le sucedió su hermano, del mismo nombre, que era todo lo contrario y sentía odio hacia los invasores. Sobre todo porque ya era obvio que los recién llegados pretendían esclavizarlos, hacerlos trabajar para ellos sacando oro y hacerse dueños de su territorio. El colmo fue que Ponce de León lo entregó en "repartimiento" a su amigo don
Cristóbal de Sotomayor, lo cual era una forma de esclavitud. En 1511 Agueybaná II convocó a reunión a otros caciques para organizar la resistencia armada. El inicio de la misma en la región occidental tomó por sorpresa a los españoles, sobre todo a Ponce de León que estaba al otro extremo de la isla. Cuando se vino a enterar ya los indios habían asesinado a su querido don Cristóbal de Sotomayor y había más de 80 españoles muertos.
Quien da detalles de la rebelión de los taínos, es uno de los cronistas al servicio de la Corona española,
Gonzalo Fernández de Oviedo. Es este cronista quien describe lo que para muchos historiadores es pura leyenda:
la muerte de Diego Salcedo (ilustrada en la hermosa pintura que incluyo del artista mayagüezano radicado en Arecibo
Samuel García). Sin embargo, aunque fue invento de los españoles, quedó como prueba de la astucia de los taínos más que de su ignorancia. Concuerdo con el historiador Francisco Scarano en que la intención del cacique Urayoán, a quien se atribuye la idea de ahogar a este español engañándolo primero, debe haber sido la de dar el grito de guerra.
Nuestro primer historiador
Salvador Brau, da una versión de la rebelión en
La colonización de Puerto Rico, publicada por primera vez en 1907. Brau relata que Ponce de León luego de enterarse del alzamiento en el oeste, organiza sus fuerzas , pide refuerzos a la Española (Santo Domingo) y va al ataque. Sorprende a los indios en un
areito donde estaban celebrando y a la vez llamando a seguir la guerra contra el invasor. Según Brau, los indios no podían creer que hubiese tantos españoles vivos luego de la matanza efectuada y lo atribuyeron a poderes sobrenaturales cayendo en el pánico. Pero luego se repusieron y pidieron ayuda nada menos que a los indios Caribes (por aquello de que "el enemigo de tu enemigo es tu amigo") y se dio la gran batalla en la región de lo que hoy día es Yauco. Es puro drama el recuento de como uno de los soldados españoles se fija en un guanín (disco de oro) que llevaba al cuello uno de los indios que sobresalía entre todos. Su codicia le hace ir detrás suyo y tumbarle de un disparo certero, muriendo en el acto. Se trataba del propio Agüeybaná y los indios al verlo caer se arrojaron sobre su cuerpo y se fueron cargándole y dando alaridos de dolor. Dice Brau que entonces Ponce de León les dejó atender a los funerales y regresó a Caparra confiado en que la guerra terminaba. Sin embargo, luego de la derrota no terminó la guerra pues los indios siguieron luchando muchos años más, esta vez concentrados en el este de la isla y con la ayuda de los Caribes. Jalil Sued Badillo en
Puerto Rico Negro asegura que esa rebelión de los taínos le ocasionó graves contratiempos al proceso colonizador de España en Puerto Rico.
Brau publica su historia cuando ya Puerto Rico está bajo el dominio de los Estados Unidos y yo creo ver cierta alusión a la situación que se vivía bajo la nueva bandera cuando se refiere a la rebelión indígena de la siguiente manera:
"
Venció la fuerza, es la verdad; pero, al caer vencido en la arena del combate, el indio boriquense conquistó un derecho a la inmortalidad histórica: como aquel pueblo cayó no caen los cobardes".
En estos tiempos en que ha triunfado un partido empeñado en anexionarnos a los Estados Unidos, con más fuerza debemos reclamar nuestra herencia, nuestras raíces y nuestra
resistencia de siempre.