"¿A dónde mirar? ¿Qué activos tiene este país pequeño y vulnerable, depauperado, infantilizado, acostumbrado a la dádiva y a la mendacidad oficial?" Para sorpresa-agradable- nuestra, se contesta lo siguiente: "El intelectual puertorriqueño, Arcadio Díaz Quiñones, ofreció recientemente un atisbo de esperanza. Dada la escasez actual de tal virtud, hay que tomarlo en serio. En una conferencia pronunciada en la UPR, recinto de Bayamón, habló de una tradición que conmina a la gratitud, a la solidaridad, a la importancia de trabajar por esta isla que -ahora, como en sus inicios- parece olvidada de la mano de Dios. Tenemos, dijo, un capital simbólico disponible, abundante en paradigmas importantes: el de quienes han hablado claro, aunque sus palabras no fueran aceptables para muchos; el de quienes sirvieron sin esperar recompensas; el de quienes cultivaron la excelencia y el profesionalismo, aunque no siempre se apreciara; el de quienes se respetaron a sí mismos y a su trabajo y respetaron -por consiguiente- a los demás. Nuestros grandes maestros y nuestros grandes artistas -escritores, teatreros, pintores, figuras de la danza- nos dieron acceso a la palabra y a la imaginación.
En la desesperada circunstancia actual, recuperar la memoria de ese acervo nos une, situándonos en la trayectoria de una tradición que provee ejemplos de cómo enfrentarse a la realidad y actuar en consecuencia. Si vivir de ilusiones es morir de desengaño, reconocer las realidades y saber trascenderlas es cultivar la esperanza de un futuro solidario."
Gracias a Arcadio por recordarnos lo que nos une y nos da esperanzas.
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