martes, 30 de abril de 2013

Estupidez, idiotez o imbecilidad



Un recorrido por los canales de televisión de Puerto Rico y Estados Unidos  me llevó anoche a, como siempre, refugiarme en los canales españoles, sobre todo Antena3.  También me hizo recordar un artículo que me impactó tanto que lo guardé.  Se trata de “Breve recuento de la imbecilidad” de Francisco José Ramos publicado en 80grados en octubre del 2012. Es un artículo largo y complicado del cual voy a extraer pedazos -con mi comentario o reacción entre paréntesis- para que no salgan corriendo mis lectores.
 
Sobre la estupidez dice Ramos que, como la ignorancia, es “inherente a la condición humana".  ( Recuerdo que supuestamente dijo Einstein: "Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro.") Y sobre la idiotez dice que puede ser un diagnóstico, más que un insulto o una distinción.

En el caso de la imbecilidad dice que “estamos ante algo que connota siempre un cierto estado indefinido de debilidad de pensamiento. .... Los síntomas de la debilidad del pensamiento contemporáneo pueden identificarse por doquier, pero muy particularmente en los medios periodísticos y el Internet. La razón es clara: la imbecilidad conlleva un desgaste de la función simbólica del lenguaje, la erradicación de la poesía, el desahucio del pensamiento y la exaltación de la banalidad." 
Ramos dice que para comprobar esta afirmación..  basta con abrir las páginas de El Nuevo Día, sobre todo de la sección «Por dentro».  (Tan de acuerdo estoy que suspendí mi suscripción hace un año al del domingo así que ya no me entero de la moda que se supone que sigamos, ni de los productos de belleza que los famosos usan, ni de las bodas cada vez más extravagantes que celebran los ricos, ni de las estupideces que escriben. Si quiero leer gente inteligente, como Mayra Montero o Ana Lydia Vega, las busco en línea.)

Lo que Ramos llama “secuestro de las mentalidades” le pone la nota final a su descripción de la imbecilidad.  Ese secuestro dice que lo ha logrado el capitalismo contemporáneo (que ha sido descrito como "salvaje") que ha comprimido lo espiritual con la riqueza material y el individualismo.  Todo se ha transformado en mercancía mediante un mind bullying publicitario.  Dice que es “como en la leyenda del rey Midas, pero con la salvedad de que lo que se toca, en vez de convertirse en oro, se vuelve excrecencia.”  (Yo creo que más bien debió decir "excremento"..).

Lo dejo en sus propias palabras terminar la explicación de la imbecilidad:  
 “He ahí, pues, el paquete. Paquete en el doble sentido de la palabra: como mentira o falsificación y como envoltura. La Publicidad es su promoción. Las Relaciones Públicas son su factura. El Marketing es su diseño. El Espectáculo o Show Business es su ostentación. ¿A qué otra cosa si no ha sido reducida la vida política y la opinión pública? ¿En qué terminan por convertirse todos los “productos culturales”, sea cual sea su procedencia –artística, intelectual, educativa, médica, literaria, tecnológica, religiosa, etcétera– si no es en mercancía? A su vez, la obsolescencia programada del producto conduce a la transformación y sustitución indefinida del contenido material del paquete, pero prevaleciendo intacta su forma mercantil. 
...En Wall Street, la Bolsa suele cerrar con entusiasmo de poseídos, aplausos y toques de campanas, como en el más piadoso y vulgar culto religioso. Supongo que son vítores para los ricos, astutos, diestros, siniestros y poderosos señores de lo que ha llegado a ser un capitalismo decapitado, con tentáculos por todas partes, pero con la cabeza en ninguna y el corazón inexistente. Y si es así, entonces un tal espectáculo, tan normal, mimado y compartido es, sin duda, una de las muestras más elocuentes de la imbecilidad contemporánea.”  

1 comentario:

  1. Por eso mi irritante disponibilidad a mucho...aqui reina hace 45 anhos todo lo anterior. Desde tres lustrous de edad lo percibia, por lo que se me tildaba de antisocial, inconformista, creido...Todo lo cual llevo aun hoy, a mucha honra...

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