miércoles, 25 de julio de 2012

Nelson Miles, asesino de indios (Segunda parte)


Las guerras contra los indios en Estados Unidos terminaron en forma dramática y penosa. Nuevamente Nelson Miles desempeñó un papel importante en la destrucción de los sueños de la nación Sioux. Los hechos los relata Dee Brown, historiador indio, en su libro Bury My Heart at Wounded Knee.

En 1888 un indio de Nevada llamado Wovoka había fundado una religión llamada “Ghost Dance”-Baile Fantasmal- una extraña mezcla de cristianismo y creencias indígenas que ofrecía una esperanza a los indios en su angustiosa situación frente a los blancos. En su reservación de Standing Rock, Sitting Bull, el anciano jefe Sioux, quiso conocer sobre esta religión e invitó a Kicking Bear-un Sioux que se había convertido al Baile Fantasmal- para que se lo explicase. El Ghost Dance se basaba en la creencia de que Cristo había regresado a la tierra como indio y había prometido que aquellos indios que bailaran el baile fantasmal serían preservados hasta que la tierra entera fuese para ellos nada más, pues el baile hacía posible el retorno de los indios guerreros muertos. Irónicamente Sitting Bull creyó que esto era posible porque había aprendido del Cristianismo la existencia de un Mesías que había resucitado.

Sin embargo, a Sitting Bull le preocupaba que su gente hiciera el baile fantasmal porque ese año de 1890 el ejército estadounidense había prohibido dicha práctica en las reservaciones Sioux. En respuesta a la preocupación de Sitting Bull Kicking Bear le convenció de que si los indios usaban vestimentas sagradas- camisas pintadas con símbolos mágicos- nadie les podría hacer daño pues ni las balas podían atravesar las camisas fantasmales. El Ghost Dance se propagó como fuego por todas las reservaciones indias de modo que el ejército decidió impedirlo a la fuerza a pesar de que la nueva religión enfatizaba la no violencia. A Sitting Bull se le ordenó expulsar de la reservación a Kicking Bear y al rehusar hacerlo, el Comisionado de Asuntos Indios fue convencido de que Sitting Bull era el líder de la “perniciosa religión”.

Entretanto el baile fantasmal se hizo todavía más prevaleciente al extremo de que todas las demás actividades se paralizaron; los indios no hacían otra cosa que bailar frenéticamente. El Buró de Indios en Washington pidió una lista de los que fomentaban el baile fantasmal. El Buró transmitió la lista a Nelson Miles en Chicago y al éste ver el nombre de Sitting Bull-el asesino de Custer- decidió buscar la manera de sacarlo de la reservación sin que esta acción fomentara violencia. Al no lograrlo utilizando de intermediario a Buffalo Bill, envió a un agente indio para arrestar a Sitting Bull.

En diciembre de 1890, la cabaña de Sitting Bull fue rodeada por policías indios y cuando lo sacaron se vieron a su vez rodeados por indios haciendo el baile fantasmal. En la confusión que se formó, Sitting Bull cayó muerto de un tiro a la cabeza.

De acuerdo con la versión de Dee Brown, el hecho de que los indios creyeran fielmente en que los hombres blancos habrían de desaparecer, según decía la religión del Baile Fantasmal, impidió que reaccionaran violentamente ante el asesinato de Sitting Bull. Pero como los ánimos del ejército estadounidense estaban caldeados, la confrontación final con los Sioux tuvo lugar en un campamento de la ensenada conocida como Wounded Knee.

Todo comenzó cuando el General Miles ordenó el arresto de Big Foot-jefe de una banda de Sioux que vivía en el Río Cheyenne-por haberlo encontrado también en la lista de los que respaldaban el Ghost Dance. Irónicamente, Big Foot había perdido la fe en esta nueva religión, pero Miles no lo sabía y envió la Séptima Caballería para Pine Ridge. Los indios no ofrecieron resistencia, sobre todo porque su jefe Big Foot se encontraba gravemente enfermo de pulmonía, y fueron llevados hasta Wounded Knee. Allí acamparon un total de 350 indios Sioux, en su gran mayoría mujeres y niños. El destino quiso que entre los indios estuviesen algunos de los guerreros que le propinaron la derrota en Little Bighorn a algunos de los soldados que allí les rodeaban.

A la mañana siguiente los soldados que rodeaban el campamento entraron a quitarle las armas a los indios por la fuerza. Uno de éstos, Yellow Bird, pidió que resistieran porque sus camisas fantasmales les protegerían de las balas pero Big Foot sabía que ello sería suicida. Entonces un soldado quiso desarmar a un indio sordo y el rifle se descargó. Lo que siguió fue un estruendo de balas y una carnicería al final de la cual habían muerto dos terceras partes del grupo de Big Foot, incluyendo su jefe.

Un grupo de treinta guerreros logró escapar y se refugió en un campamento de indios donde imperaba el odio y el deseo de venganza por lo de Wounded Knee. Entonces Nelson Miles rodeó a los indígenas con sus soldados pero en lugar de atacar envió mensajes conciliatorios urgiéndoles la rendición con promesas de que serían tratados con decencia. Así consiguió la rendición completa el 15 de enero de 1891 sellando el destino de esas naciones para siempre.

Un mes después de la terrible masacre, demostrando una vez más su total carencia de sensibilidad, el General Nelson Miles llevó a cabo una celebración de triunfo con una parada formal de sus soldados, banda musical y fiestas en el mismo lugar en que se había derramado la sangre de tantos inocentes. Por esas ejecutorias Nelson Miles fue ascendido en 1895 a Comandante General del Ejército de los Estados Unidos y se decía que aspiraba a la presidencia de la nación.

En 1898, al iniciarse la Guerra Hispano-Cubano-Estadounidense, le tocó protagonizar el esfuerzo de invadir la isla de Puerto Rico, la cual había insistido ante el Presidente McKinley que se tomara antes que a Cuba. Sagaz como siempre, se las arregló para enterarse del lugar más apropiado para entrar en gloria a Puerto Rico: el área sur, donde no encontraría resistencia alguna porque sus habitantes nunca perdonaron la persecución del 1887 bajo España. Dicen que su ambición fue lo que le hizo cambiar-sin informárselo al Secretario de Guerra-el lugar de la invasión, que se suponía fuese por Fajardo, para no tener que compartir el triunfo con la Marina.

Es en ese contexto del pasado del famoso exterminador de indios, que debemos releer la famosa Proclama que emitió Nelson Miles el 28 de julio de 1898 en Ponce:

“No hemos venido a hacer la guerra contra el pueblo de un país que ha estado durante algunos siglos oprimido, sino por el contrario a traeros protección, no solamente a vosotros, sino también a vuestras propiedades, promoviendo vuestra prosperidad y derramando sobre vosotros las garantías y bendiciones de las instituciones liberales de nuestro Gobierno. No tenemos el propósito de intervenir en las leyes y costumbres existentes que fuesen sanas y beneficiosas para vuestro pueblo, siempre que se ajusten a los principios de la administración militar, del orden y de la justicia. Esta no es una guerra de devastación, sino una guerra que proporcionará a todos, con sus fuerzas navales y militares, las ventajas y prosperidad de la esplendorosa civilización.”

Si los puertorriqueños hubiesen tenido idea de ese pasado de Miles como asesino de indios a lo mejor no hubiesen creído las palabras grandilocuentes de este “pavo real”. Para Miles no éramos distintos a los indios que estorbaban el paso de la expansión estadounidense.

Todavía está por verse si este pueblo, al cabo de una resistencia de ciento catorce años- en que nos pusimos las “camisas fantasmales” con los símbolos mágicos de nuestra cultura y nuestro idioma- preferirá terminar como los indios estadounidenses (en una gran reservación en el Caribe) o si nos atreveremos a ser una nación soberana.

viernes, 20 de julio de 2012

Nelson Miles, asesino de indios (Primera parte)

(Este artículo lo publico aquí a petición de mi amiga la profesora Blanca Facundo. Le he hecho algunos cambios mínimos al original que se incluye en el libro El Grito de Vieques.)

Todos los que conocemos nuestra Historia, recordamos para esta época a Nelson Miles como el general estadounidense que dirigió la invasión a Puerto Rico el 25 de julio de 1898, el de la famosa Proclama. Pero es interesante ver lo que dice la propia historiografía revisionista en Estados Unidos sobre este personaje.

El libro I Love Paul Revere, Whether He Rode Or Not, de Richard Shenkman, desbanca muchos de los mitos patrióticos de la nación estadounidense. En una parte en que relata la historia de George Armstrong Custer, el General que perdió la famosa batalla de Little Bighorn frente a los indios Sioux en 1876, el autor dice que el nombre de Custer es odiado por haber sido un asesino de indios. Sin embargo alega que hay otros generales que mataron muchísimos más indios que Custer, pero que a esos nadie los recuerda. Entre éstos destaca como uno de los principales asesinos de indios a Nelson Miles y se pregunta: “¿Pero quién ha oído mencionar a Nelson Miles?”

Los boricuas sabemos quién es Nelson Miles desde hace más de un siglo. Lo que pocos sabíamos es que Miles fue el responsable de la derrota final de las naciones amerindias, los dueños originales del territorio de los Estados Unidos, cuyo destino fue terminar en reservaciones especiales y con una ciudadanía de tercera clase en ese país.

Nelson Miles nació en una familia de bajos recursos en el estado de Massachusetts. Participó como voluntario en la Guerra Civil, combatió en la mayoría de las batallas y ascendió al rango más alto del ejército a los 25 años. Al concluir la guerra se unió al esfuerzo por terminar de una vez por todas con el “problema” que representaban los indios para la expansión hacia el territorio occidental de los Estados Unidos. En 1866 un nuevo ejército con generales que se habían lucido en la Guerra Civil, incluyendo a Miles, marchó al oeste. (Este episodio de esa historia sirvió de base para la película Dances with Wolves.)

En todos los recuentos sobre las acciones en que se vio involucrado Nelson Miles, éste aparece como un hombre implacable que logra vencer a los indios a través del engaño, aprovechándose siempre del arraigado concepto del honor que tenían estas naciones.

Miles se hizo de fama al ganar la Guerra del Río Rojo (Red River War) al norte de Texas en 1875, que para los indios fue la batalla por salvar el búfalo, animal del cual dependían totalmente para sobrevivir. Miles logró rendir a los indios Cheyenne, Kyowa y Comanche y estos tuvieron que aceptar abandonar sus tierras ancestrales y aceptar ser encerrados en reservaciones.

Luego vino el confrontamiento con los “Nez Percés” (nombre dado por los franceses a este grupo) del oeste de Idaho, lidereados por el valeroso jefe conocido por su nombre cristiano de Joseph. En mayo de 1877 los Nez Percés fueron amenazados con el exterminio por los colonos blancos si no abandonaban el valle Wallowa; tras varias batallas y muchos muertos decidieron huir a Canadá. Pero cerca de la frontera fueron sorprendidos por el General Miles quien había estado siguiéndoles durante meses con una fuerza enorme de soldados. Al sufrir bajas en el ataque Miles decidió enviarles un emisario con una bandera de tregua. Joseph creyó que de verdad el general quería la paz y aceptó la invitación de reunirse con él. El General Miles de inmediato lo apresó pero los Nez Percé continuaron batallando y lograron liberarle. Entonces Miles les prometió que si entregaban las armas los devolvería a su reservación con sus familias. Joseph entregó sus armas y se rindió a Miles pero no sin antes pronunciar un elocuente discurso que fue traducido al inglés por un teniente que presenció el acto. Nuevamente faltó Miles a su promesa y envió a Joseph y a sus guerreros a Fort Leavenworth en Kansas como prisioneros de guerra. Años después Joseph expresó que había creído en la palabra de Miles y que si no, nunca se hubiera rendido. Cuando murió el médico de la reservación dijo que el famoso jefe indio había muerto de dolor en el alma.

Por ese acto de “heroísmo” de hacer rendir a los Nez Percés, el presidente Theodore Roosevelt premió a Nelson Miles con el sobrenombre de “valiente pavo real”. Ese nombre que le diera Teddy Roosevelt a Miles alude a la personalidad de este general que lo hacía muy poco atractivo a los demás. Miles fue descrito con adjetivos tales como: vano, pomposo, dogmático, buscabullas y ambicioso en extremo. Se dice que buscó la fama y las posiciones proclamando sus propias virtudes y ridiculizando a sus compañeros oficiales. Supo aprovechar las influencias que consiguió por estar casado con la sobrina del poderoso General William T. Sherman, el de la marcha destructora que acabó con la resistencia en las zonas bajas del Sur en la Guerra Civil.

Las influencias de que gozó por su matrimonio lograron que se le incluyera en la importante guerra contra los Sioux en las Dakotas, sobre todo cuando se supo de la muerte del General Custer, Miles vio la oportunidad de vengar la muerte de su amigo y sobre todo, alcanzar la gloria.

Al enterarse de que el ejército estadounidense se dirigía hacia su territorio con ánimo de venganza, el jefe de los Sioux conocido como “Sitting Bull” pidió conferenciar con Miles para convencerle de que ellos sólo querían cazar sus búfalos. La entrevista entre Miles- a quien los indios apodaron “Bear Coat” por el abrigo que llevaba- y el jefe de los Sioux es reveladora. Miles acusó a Sitting Bull de estar siempre en contra del hombre blanco y su forma de vida, a lo cual el jefe indio ripostó que era cierto pero que no querían considerarles enemigos y no querían la guerra sino que los dejaran en paz. Miles quiso saber qué hacían enYellowstone y aunque la pregunta era tonta el jefe indio cortésmente respondió que estaban cazando búfalos para alimentar y vestir a su gente. Sitting Bull prometió que no habría más guerra si los blancos se iban de la tierra india, a lo cual Miles contestó que no habría paz hasta que los Sioux estuviesen en reservaciones. Poco después Sitting Bull tuvo que rendirse y lo llevaron a la reservación en Standing Rock.

Entonces entra en escena en esta historia un último jefe guerrero de los Sioux, el legendario “Crazy Horse”, considerado uno de los guerrilleros más efectivos de la historia. Confrontado con el exterminio de su gente, no le quedó más remedio que aceptar convertirse en un indio de reservaciones. Pero al verse atrapado entre rejas, intentó escapar y fue asesinado de un bayonetazo por un soldado. Crazy Horse fue enterrado en secreto por sus padres en un lugar que sería tristemente famoso años más tarde: Wounded Knee.

Quedaba el último de los grandes guerreros Apaches, llamado Jerónimo, refugiado en las montañas de la Sierra Madre mexicana. A Miles se le encomendó acabar con la resistencia de Jerónimo y llegó al frente de cinco mil soldados pero Jerónimo logró evadírseles por un tiempo. A fin de obligarlo a rendirse a Miles se le ocurrió que se deportara a todos los miembros del grupo Apache y los Chiricahua de Jerónimo a un centro de detención en la Florida. Tuvo razón pues Jerónimo se rindió personalmente a Miles en septiembre de 1886, lo cual infló todavía más el ego de este general. (Continúa)

lunes, 9 de julio de 2012

Los temas históricos en el blog

Ya he dicho antes que estuve en varias ocasiones a punto de cerrar el blog y lo que me ha impedido hacerlo es ver la cantidad de personas que entran buscando los temas históricos o las biografías de grandes hombres y mujeres. Varias amigas maestras me han pedido inclusive que continúe escribiendo sobre la Historia de Puerto Rico que cada vez se relega más en los currículos escolares o universitarios. De modo que siento casi como un deber seguir publicando temas históricos y he organizado todo lo publicado hasta ahora en una lista que encuentran a la izquierda del blog para facilitar la búsqueda.

Antes de publicar la próxima entrada de tema histórico, que a petición especial voy a hacer sobre Nelson Miles, quiero hacer una advertencia. Esta no es para mis amigos y amigas, por supuesto. Es para los que se apropian del material que he publicado y lo publican en otro lugar en Internet sin decir la fuente, como si fuera de ellos. Ya vi un ejemplo y no podía creer que se robe con tanta frescura lo que otros han escrito para publicarlo como propio. Lo lindo es que al menos en un caso, el que entra a leer tiene que suscribirse a la página donde lo publican.

Por lo visto el plagio ocurre también a menudo entre periodistas de todos los medios como denuncia Sandra Rodríguez Cotto en su blog En Blanco y Negro con Sandra.

Sé que hay de todo en la blogosfera, igual que en la vida real. Pero advierto a los pillos que no va a quedar desapercibida su falta de honestidad y será denunciada en mi blog, así que lo único que tienen que hacer es bien sencillo, poner el lugar de donde proviene el artículo, entrada, post o como le llamen. Así pueden copiar y usar lo que gusten. Para eso lo publico.

lunes, 2 de julio de 2012

Aniversario # 2: poemas que me regalaron mis amigos

Parece increíble pero hoy se cumplen dos años de la partida de mi esposo. Ya estoy mucho más repuesta del dolor de la ausencia aunque sigue habiendo momentos de tristeza y lágrimas. En este día quise recordar a los amigos y amigas que cuando pedí un poema hace dos años me inundaron de poemas tanto en el blog como por correo electrónico. Es que, como me dijo Siluz, citando a Serrat: "Mis amigos son gente cumplidora que acuden cuando saben que yo espero. Si les roza la muerte disimulan. Que pa´ ellos la amistad es lo primero¨. Mis amig@s, reales y cibernéticos me consolaron cuando lo necesité y les doy nuevamente las gracias.

Entre éstos hubo dos que me sorprendieron y emocionaron con poemas compuestos para mí : Elco Lao en su blog y Edwin Vázquez con uno que demuestra que aunque es un científico es también un buen poeta aparte de que compuso el poema pensando en mi relación con Juan Manuel, como pueden apreciar:

Tú te quedaste
A Ivonne, la amiga que aún no he conocido, y a la que se le fue la mitad del alma.

Yo no me fui.
Tú te quedaste
esperando
por las cosas que se me olvidaron.

Los papeles aquellos.
Las pequeñas anotaciones.
El disco (tú sabes cuál de todos, entre todos).

El recuerdo de la lluvia
que escuchamos callados.
El último beso que no te había dado.

Yo no me fui.
Tú te quedaste ordenándolo todo.
Yo me fui desordenado.

Sólo recuerda que te espero
(trae el lápiz y el cuaderno).

Tú te quedaste.
Yo siempre tan apresurado.