Quiero compartir parte de un post de Rima Brusi en el que publica su discurso ante los estudiantes de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico el pasado viernes 24 de septiembre. La invitaron a hablarles en una actividad del “Compromiso Pro-Bono” de dicha Escuela y ella aceptó porque se trata de un hermoso proyecto mediante el cual los estudiantes de Derecho “se insertan en la agenda de acceso a la justicia en Puerto Rico, a la vez que le ofrecen a sus estudiantes una educación jurídica formativa..” Es una entrada que les invito a leer porque Rima Brusi siempre escribe en forma amena pero a la vez seria e instructiva; siempre nos deja con deseos de actuar o reaccionar luego de leer lo que publica. Esto es porque siempre da en el clavo.
Lo que me llamó la atención fue su descripción de lo que nos ocurre a tod@s cuando salimos en el automóvil. Miren a ver si no se identifican con este relato:
Imaginemos por ejemplo el encuentro clásico: Usted va por ahí guiando, se detiene en la luz roja, y ahí está: El deambulante, el tecato, “el que pide”. (Casi nunca oigo que lo llaman el pordiosero, o el mendigo. Siempre es el deambulante, el tecato, “el que pide”.) Es fácil imaginarlo porque si usted maneja un auto, esto es parte de su cotidianidad. Suele ser un personaje familiar, tiende a estar en esa luz a esa hora del día, anda con un vasito o algún otro recipiente. Lo interesante de este encuentro es que a pesar de ser tan común, y tan predecible, genera todos los días una pequeña crisis moral. Una crisis no en él, en el que está ahi, con su vasito, sistemáticamente trabajando la fila de autos, no: La mini-crisis moral se genera en el conductor. En el potencial dador. Especialmente si lleva pasajeros. Digamos que se trata de usted.
Le doy chavos. No le doy chavos. Si le doy chavos se los va a gastar en droga. Le puedo dar esta manzana, o este café, que me estaba llevando al trabajo, mejor. Darle comida. Yo le di chavos ayer…hoy puedo tal vez hacerle una mueca triste indicando, con verdad o sin ella, que no tengo chavos. O mirar obstinadamente hacia al frente, como si no lo viera, hablar mas fuerte por mi celular, conscientes de que me está mirando y haciendo gestos en mi dirección. O mover la cabeza con firmeza, en un gesto de NO…
Rima no nos da la solución al dilema que se nos plantea a diario frente a los semáforos pero acierta cuando dice que “el punto es que tenemos una pequeña crisis moral e identataria, cada vez.” La crisis se basa en que ese “ser marginal que es nuestra contraparte en ese encuentro con la desigualdad profunda en que vivimos, hace algo o incluso es algo que nos parece moralmente desagradable.. Queremos hacer el bien, pero no queremos que nuestro bien se use mal. Queremos darle la peseta, pero queremos que la use para comer.”
Lo que ella concluye es que al menos los estudiantes de ese proyecto Pro-bono van a envolverse en una relación diferente con el otro (el pobre) “no desde un lugar de superioridad, de identidad, o de caridad, sino desde un lugar de aprendizaje, de comprensión, y de acción.” Ella los felicita porque “sacando o guardando las dos pesetas en la luz , o criticando a los nenes que no aprenden, no vamos a cambiar el mundo: pero trabajando para el bien común y en la reconceptualización de un encuentro cotidiano que reconoce al otro como parte del destino de uno mismo, del país, y de la especie, ahí sí que podemos cambiar algo.”
Gracias Rima por compartir tu sabiduría con tus lector@s.
Gracias por mencionar esto, Ivonne. Un abrazo desde Mayagüez.
ResponderEliminarRima: Gracias te doy de nuevo por escribir tan bien y acertar en tu observación de la vida con tu "parpadeo". Otro abrazo de una mayagüezana ausente..
ResponderEliminarCuando se da de lo que se tiene se hace de este mundo un lugar mejor. Siento admiraciónpor esas personas que dan de su talento para ayudar a otros. Me da esperanza.
ResponderEliminarAdelante y éxito.
Prometeo: Hay que aferrarse a todo lo que nos dé esperanzas en un momento tan lúgubre en nuestro país.
ResponderEliminarGracias por comentar.