(Nota: Este artículo fue publicado en el suplemento "Escenario" de El Vocero el 18 de agosto de 2007. Esta es la versión publicada.)
La enorme importancia del San Jerónimo estriba en su papel protagónico en la victoria de los puertorriqueños durante el último ataque inglés a la isla, en abril de 1797. Veamos los hechos históricos.
• El 17 abril de 1797 llegó a nuestra isla una enorme flota inglesa bajo el mando del general Sir Ralph Abercromby y del almirante Henry Harvey. Constaba de 68 naves y al menos 14 mil soldados y marinos.
• Venían de conquistar sin problemas la isla de Trinidad y pensaban que iba a ser igual de fácil en Puerto Rico. Tan es así que al detenerse en la islita de Tortola en su trayecto hacia nuestra isla hicieron una apuesta con los judíos de allí de que nos tomarían fácilmente. Después de la admitida derrota tuvieron que regresar y pagarles la cifra de 50 mil pesos, equivalente a millones de dólares hoy día.
• Luego de dos semanas de asedio y bombardeo contínuo- sobre todo a los fortines de San Jerónimo y San Antonio- tuvieron que retirarse el 1 de mayo sin haber podido tomar a San Juan.
• El asedio fue retratado para la historia por nuestro primer pintor José Campeche en una pintura que es un exvoto (como cumplimiento de una promesa). Campeche estaba en San Juan y al parecer lo vio desde la azotea de su casa en la calle San Sebastián esquina Cruz.
Trasfondo del ataque
El ataque se dio en el panorama generado en Europa por la Revolución Francesa (1789) que provocó alianzas en contra de Francia porque las monarquías se sintieron amenazadas, sobre todo luego de que los revolucionarios guillotinaran al Rey Luis 16. España al principio se unió a las otras potencias pero para 1795 hizo alianza con la Francia Revolucionaria.
En el Caribe Francia tenía su principal fuente de riqueza en Saint Domingue (hoy Haití) donde la mayoría de la población era de esclavos negros. En 1791, al conocerse en esa colonia que se había aprobado en Francia una declaración de los Derechos del Hombre --siendo el primero que todos los hombres nacen libres--se desató una violenta rebelión de los esclavos. Hubo masacres de blancos y mulatos y muchos hacendados huyeron con sus esclavos a las islas vecinas. La rebelión generó histeria en todo el Caribe entre los hacendados y esperanzas entre los esclavos. Hubo rebeliones y huidas de esclavos en varias islas.
Ante esa situación, Inglaterra aprovechó para situarse de parte de los esclavistas quienes a su vez vieron en los ingleses sus aliados, porque no podían identificarse con la Francia revolucionaria, republicana y abolicionista. En Martinica los hacendados franceses invitaron a los ingleses a invadir. El Gobierno inglés tuvo entonces como objetivo apoderarse de Trinidad y de Puerto Rico. El interés en nuestra isla-aparte de controlar la “llave de las Antillas”- era mayormente utilizarla como refugio para miles de hacendados que huían-- con sus esclavos--de la revolución de los esclavos en Saint Domingue. Los ingleses sabían que la guarnición española había sido enviada a combatir en Santo Domingo para evitar que cayera esa parte de La Española en manos de los esclavos insurrectos.
Mientras eso ocurría, en Puerto Rico el Gobernador Ramón de Castro estaba en alerta desde que supo que se había declarado la guerra entre Inglaterra y España. Había ya dado instrucciones de que se movilizaran las milicias, tanto urbanas –civiles armados solamente con machetes y cuchillos sin entrenamiento militar-como las disciplinadas que incluían un batallón de Milicianos Morenos. Lo que había para la defensa de la isla era un total de 4 mil hombres entre los que había solamente 200 militares españoles del Regimiento Fijo de San Juan y 50 voluntarios franceses que combatieron en el San Jerónimo. La gran mayoría de los combatientes, por tanto, eran puertorriqueños, incluyendo en forma destacada los negros y mulatos de Loíza, Piñones y Cangrejos.
La invasión
El 17 de abril se avistaron las naves en Loíza y de inmediato el Gobernador Castro fue al Morro y activó el Plan de Defensa (aprobado luego de la visita del Mariscal Alejandro O’Reilly en 1765). Envió destacamentos al hoy sector de Piñones, al Puente de Martín Peña, a defender el área oeste (hacia la bahía) y el este en la primera línea de defensa que incluía en un extremo el fortín San Jerónimo y al otro el de San Antonio a la cabecera del puente del mismo nombre, único acceso por tierra a la isleta. Hay que recordar que no existía puente alguno entre la punta del Condado y la isleta de San Juan, pues el puente Dos Hermanos se construyó a principios del siglo 20.
La flota ancló frente a Punta Cangrejos en Piñones y desembarcaron encontrando resistencia inmediata. Perdieron el bote con la bandera y algunos marinos pero luego se reagruparon y volvieron a la carga disparando constantemente a la playa obligando a los defensores a retraerse. Los ingleses entraron en barcazas por la hoy laguna de San José y fueron directo al Puente de Martín Peña. Este era la única conexión del islón de Cangrejos con el "Hato del Rey" y Río Piedras. También enviaron buques a custodiar la parte occidental, frente al Morro pero a distancia para evitar ser blanco de disparos. La bahía estaba cerrada. Los ingleses, luego de apoderarse de Cangrejos-hoy Santurce- comenzaron un bloqueo de San Juan y enviaron un mensajero al Gobernador de Castro exigiendo que se rindiera y Castro contestó con firmeza que no lo haría.
Los defensores de la isla se concentraron entonces en la parte de los fuertes San Jerónimo y San Antonio porque los ingleses se habían movilizado a sus baterías para bombardear desde éstas y hacer rendir la plaza de una vez. Los cañones ingleses estaban colocados en el monte del Condado (debe haber estado cercana a la punta del Condado), en el monte Olimpo en lo que hoy es Miramar y luego en la isleta de Miraflores (hoy es parte de Isla Grande, donde está el nuevo Centro de Convenciones). El intenso bombardeo se prolongó por días pero los fortines resistieron devolviendo el fuego en forma igualmente intensa. En la defensa participaron activamente 50 voluntarios franceses y el gobernador Castro les honró izando la bandera tricolor de la Francia republicana en el San Jerónimo. Esto provocó un incidente curioso porque el General Abercromby envió un mensaje al Gobernador preguntando que cuál era la bandera enemiga, España o Francia, porque por primera vez en su historia veían las de dos naciones juntas. Castro contestó explicando las razones y decidió arriar la bandera francesa. (Este incidente es relatado con cierto coraje por el visitante francés André Pierre Ledrú, quien vino a la isla pocos meses luego de la derrota inglesa ).
Los ingleses intentaron desembarcar por Punta Salinas, al oeste de San Juan, pero criollos de Toa Baja, mayormente pardos y morenos, se lo impidieron, de acuerdo al historiador Juan Giusti. Entre tanto, los milicianos seguían atacando por la parte del Cangrejos oriental y retomaron el puente de Martín Peña. A la vez, empezaron a llegar más milicianos del resto de la isla y fueron a reforzar el San Jerónimo y otros a defender Río Piedras de un posible ataque. En Miraflores –hoy Isla Grande- los ingleses fijaron las baterías para interrumpir la comunicación con Palo Seco y Cataño (que era de donde venían los criollos trayendo provisiones a San Juan). Entonces el 26 de abril un grupo de voluntarios de la Compañía de Morenos intentó desalojar a los ingleses de esa isleta y fueron derrotados pero en el intento impidieron el avance inglés por ese costado.
Entretanto, en la retaguardia inglesa, los paisanos de Loíza comandados por Francisco Andino se infiltraron por los manglares del caño Martín Peña en ataques sorpresa causando numerosas bajas. En la batalla famosa en el puente de Martín Peña fue que murió el Sargento de milicias de Toa Alta, Pepe Díaz, inmortalizado en la copla. Entre el 29 y 30 de abril una contraofensiva criolla logró la derrota de los ingleses que no pudieron tomar a San Juan, en gran medida gracias a la primera línea de defensa y el San Jerónimo. La valentía predominó al punto de que uno de los soldados que participó en el asedio luego escribió a un amigo sobre el ataque a Puerto Rico y describiendo la actuación de los boricuas en el San Jerónimo comentó que estaban “astonished at their bravery” (asombrados ante su valentía).
La victoria sobre los ingleses en 1797 fue un momento clave en el desarrollo de nuestra identidad colectiva puertorriqueña. Hubo un despertar de la conciencia nacional puertorriqueña porque la participación fue generalizada y porque la noticia de que habíamos derrotado al más temible de los invasores dio motivo para orgullo y celebraciones. Todavía en Loiza y Piñones los mayores hablan de las escaramuzas que les contaron sus antecesores y muchas familias dicen tener derecho a la tierra que poseen por haber sido concedida por la Corona Española como premio a la defensa del territorio. Como premio la Corona le dio el título a San Juan de “Muy Noble y Muy Leal” en el escudo de la ciudad. La estatua de Ponce de León en la Plaza San José fue esculpida con el bronce de los cañones que los ingleses dejaron en su retirada frente a Punta las Marías. Y sobre todo, los ingleses no volvieron a invadir a ninguna otra isla o territorio en el Caribe. Hasta el bombardeo de San Juan por los estadounidenses en mayo de 1898, hubo 101 años de paz en la ciudad y en todo Puerto Rico.
El Fortín de San Jerónimo resistió dos semanas de bombardeo contínuo por parte del imperio más poderoso de la tierra a fines del siglo 18. Sin embargo, parece que va a sucumbir a principios del siglo 21 a manos de un desarrollador colombiano-en contubernio con los que han gobernado en Puerto Rico en los últimos 10 años- en esta época del capitalismo salvaje que no conoce patria.
Si los ingleses hubieran ganado las batallas y tomado posesión de Puerto Rico, hoy seriamos un país libre aunque hablaramos ingles.
ResponderEliminarsaludos
Eso es lo que parece decirnos esa historia. Gracias por comentar.
ResponderEliminarProfesora, no habia visto este entry, pero la felicito por su valioso aporte al desarrollo de la conciencia nacional puertorriqueña....episodios como estos merecen ser contados y difundidos con mayor amplitud!
ResponderEliminarHéctor: No sabes la satisfacción que me da ver que tarde o temprano lo que he publicado sobre nuestra historia se lee. Así puedo combinar las reacciones a lo que sucede ahora con la publicación de, como dices, episodios que merecen ser contados y difundidos.. Gracias por la visita y el comentario.
ResponderEliminarProfesora , Y se seguiran leyendo.
ResponderEliminarGracias
Muy interesante el artículo. Incluso ahora en el 2015.
ResponderEliminarAnónimo: Me da mucha satisfacción ver que los escritos de hace años se siguen leyendo. Gracias por comentar.
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