“Llega un
tiempo cuando el silencio es traición” dijo Martin Luther King. El silencio es no hablar lo que tenemos que
plantearnos con urgencia desde que hace casi dos años el imperio decidió desnudar la
colonia.
Para ser justa, en agosto de 2016 nuestra
insigne escritora Ana Lydia Vega publicó una columna reaccionando a otra del presidente
de la APH, Félix Huertas sobre la necesidad de revisar los textos de historia
en vista de las recientes decisiones del Congreso y el Tribunal Supremo
estadounidenses que en palabras de Ana Lydia, “nos han restregado en la cara la
vulgar naturaleza colonial del Estado Libre Asociado. ..”
Sigue diciendo “Nada de eso sorprende. Se sabe que la historia la escriben
los vencedores y que los compendios de encargo son hijos de sus tiempos. Se
sabe, además, que algunas obras incorporadas a la educación pública pueden
servir de instrumentos para la domesticación intelectual. En el caso de Puerto
Rico, la censura - activa o pasivamente ejercida desde la era española hasta el
presente - ha mantenido un estricto control sobre la difusión escolar del
conocimiento histórico disponible. Ya sea por prohibición o por omisión, se ha
podido perpetuar un mutis efectivo sobre episodios incómodos o visiones
disidentes de nuestra biografía de pueblo.
Como consecuencia de ese silencio selectivo, el estudiante puertorriqueño
promedio padece de desinformación crónica. Desinformación, dicho sea de paso,
que ni siquiera se reconoce como carencia. Imposible no pensar en la “amnesia
cultural” descrita por Albert Memmi en su “Retrato del colonizado”. Condenado a
vivir en la inmediatez del presente, el sujeto colonial va perdiendo
progresivamente la memoria. Sólo la intervención formativa de maestros
entendidos o la autogestión detectivesca de alumnos curiosos logra a veces
rescatar retazos inconexos del pasado” concluye Ana Lydia.
El 4 de mayo Marcos Reyes Dávila publicó en su blog Las letras del fuego una entrada titulada “Calibán: La deuda es suya: nuestras son las utopías”. En la misma nos recuerda la obra de Césaire y de como el cubano Fernández Retamar
interpreta la historia enfocando en la imposición de la lengua del colonizador.
Más reciente fue la columna
del escritor Juan López Bauzá titulada “PuertoRico amarrado y flagelado” en END el pasado lunes 7 de Agosto ( de la cual
me entero por el blog “De todo un poco” de Elsa Luciano). Dice lo
siguiente: “En estas circunstancias de abuso y de mentira colectiva a
niveles estrepitosos, resulta
casi una reacción normal que los sometidos, que los amarrados, se acusen a sí
mismos del fracaso colectivo, haciéndole eco a las burlas del amo.
La idea de que lo hemos hecho mal nosotros, luego de que el amo nos diera la
oportunidad para hacerlo bien, es una de las formas más perversas y eficientes
que existen para preservar, mediante la culpa compartida, tan evidente estado
de ilegalidad política.
A estos escritores se unen artistas gráficos como la
artista Yasmín Hernández que publica el blog Repatriating Boriken. En el mismo se puede leer un impresionante
artículo titulado “Death by colonialism”
que comienza con una cita de “Colonial mentality” de un músico nigeriano.
Y otro artista boricua, Jesús Ortiz Torres acaba de
publicar un libro de caricaturas bajo el título de ¿Cómo piensa el colonizado?
Los historiadores no se quedan en silencio y mañana viernes
23 de febrero da inicio la XXV asamblea anual de la Asociación Puertorriqueña de
Historiadores (APH) bajo el título de “Historia, colonialismo y represión en Puerto
Rico: Reescribiendo nuestra historia”.
Espero que sirva para empezar a entender las razones históricas
para la mentalidad colonizada que tenemos como pueblo, siguiendo la descripción
de Albert Memmi en su obra clásica Retrato del colonizado(1966). Entender es el inicio del camino que nos toca emprender como
país.





