(Continuación de la entrada http://desahogoboricua.blogspot.com/2008/12/la-boicotizadora-otra-resistencia.html
)
Hay quienes piensan que la historia de
Puerto Rico es tan poco interesante o importante que no vale la pena
estudiarla. O que se puede estudiar completa en pocos meses. Es parte de la
mentalidad colonizada que nos caracteriza. Sin embargo, es tan complicada
nuestra historia y tan dramática, que de un sólo año-el 1887- hay dos libros publicados: El Año Terrible de 1887 de Antonio S. Pedreira y la Historia del Año
de 1887 de Lidio Cruz Monclova. Además
hay otras 14 obras sobre ese tema, como se supo cuando se cumplió el
centenario en 1987. Veamos lo ocurrido en ese
“año terrible" que le costó a España la adhesión del pueblo puertorriqueño sobre todo en la parte sur de Puerto Rico. Fue precisamente por esa área que los estadounidenses invadieron en 1898.
(Centro de Investigaciones Históricas UPR, RP, 1987)
La Boicotizadora tuvo efectos muy negativos
para los negocios españoles y la reacción de sus dueños fue intentar aplastar a los
comerciantes puertorriqueños negando el crédito. Un grupo de los más radicales entre los del
boicot procedió a quemar almacenes de incondicionales españoles. Como resultado, tan pronto llegó a Puerto
Rico el 23 de marzo el nuevo gobernador, General Romualdo Palacio, los
incondicionales se presentaron en La Fortaleza a exigir que se castigara a los
autores de dichos incendios que ellos identificaban como autonomistas. Tanto insistieron y tan caldeada se puso la
situación que el General Palacio en agosto decidió mudarse de San Juan al pueblo de Aibonito,
a la casa del alcalde incondicional José María Escalera. De esa forma estaría cerca de los lugares
donde mayor concentración de autonomistas había: los pueblos del sur empezando
con Juana Díaz. En esa casona en Aibonito (que me
gustaría saber si existe todavía) se empezaron a dar fiestas y banquetes y se
le decía la pequeña Fortaleza. Pero sobre todo se convirtió en la sede de la
persecución sistemática del “enemigo” que eran los autonomistas, no importaba
si fueran o no de la Boicotizadora. Y
como siempre ocurre, mucho de lo que se anunciaba como delitos cometidos, era
puro invento de los propios conservadores e incondicionales.
En efecto, no bien instalado el General Palacio en su
nueva fortaleza aiboniteña, el alcalde incondicional del pueblo de Juana Díaz
que era acérrimo enemigo de los liberales, autonomistas o cualquiera que no
fuese incondicional a España, dio aviso de incendios y crímenes en su pueblo. Como si estuviese planificado, Palacio
procedió de inmediato a ordenar tropas de la Guardia Civil de Ponce hacia Juana
Díaz y en una noche procedieron a arrestar a 80 personas llevándolas atadas
hasta la hacienda del incondicional Gallart y luego a la cárcel de ese
pueblo.
A esos arrestados fue a los primeros que se le aplicaron las
torturas conocidas como el componte. La palabra venía de Cuba donde se
torturaba a los insurgentes para que se “compusieran”. Como siempre ocurre cuando se aplica la tortura,
la verdad sale o se inventa y así se enteraron de que había una sociedad secreta
llamada “Los Mojados” (que eran los españoles mientras que los de aquí eran
“Los Secos” porque no habían cruzado el mar) y lo que pretendían hacer. De inmediato Palacio ordenó que se
constituyera en Juana Díaz una Comisión o Tribunal Militar para darle carácter
de insurgencia al asunto. Los arrestos
siguieron, lo mismo las torturas,* abarcando abogados, médicos, maestros,
músicos, escritores, periodistas, agricultores, comerciantes, industriales y
jornaleros. La prensa incondicional,
sobre todo el Boletín Mercantil, se encargaba de exacerbar los ánimos y de
meter miedo.
El 22 de agosto fue arrestado Román
Baldorioty de Castro, presidente del recién fundado Partido Autonomista junto a
otros de la directiva quienes fueron llevados a Juana Díaz. Estos arrestos provocaron un escándalo y la
prensa autonomista decía que se actuaba en la isla como si se hubiera declarado un
estado de sitio. Tanto fue el alboroto mediático que la Audiencia Territorial
intervino y se ordenó liberar a Baldorioty y otros presos de Juana Díaz. La reacción de los incondicionales fue la de
imponerle multas a los periódicos autonomistas y Cruz Monclova revela que una mujer, Juana Vega, se atrevió a recoger dinero para pagar esas multas. La reacción de Palacio (Cruz Monclova sugiere
que bajo los efectos del alcohol) fue reanudar la persecución con más fuerza. Esta
vez se dirigieron los Guardias Civiles para hacer arrestos y compontear a autonomistas en Ponce, Guánica, Salinas, Santa Isabel,
Utuado, Adjuntas, Naranjito, Juncos, Aguas Buenas, y hasta Humacao. En una segunda persecución se incluyó a Yauco, Naguabo, Guayanilla, San Germán, Lajas, Sabana Grande y Mayagüez. En esta ciudad el suicidio de un joven músico de apellido Defilló y la carta que dejó aumentó la indignación en toda el área.
Los jefes autonomistas decidieron entonces dar a
conocer la situación de terror en Puerto Rico al gobierno español y como el General Palacio había
prohibido la comunicación por cable, se encomendó a Baldorioty y a Ramón Marín
Solá que intentaran salir en secreto para España. Fueron detenidos y
arrestados. Hubo entonces un intento de
calmar la situación por parte de ciudadanos ponceños quienes le propusieron a los
líderes autonomistas que se suspendería todo el proceso en su contra si
aceptaban eliminar la autonomía de su programa de partido. Esta proposición fue
rechazada de plano por los autonomistas y por su parte Baldorioty de Castro
dijo lo siguiente:
“Antes
subiré al patíbulo que firmar esa indignidad. Cuando salga de este encierro, si
es que salgo, continuaré predicando la autonomía, y si los hombres temen, la
predicaré a las mujeres”.
El General Palacio procedió entonces a ordenar lo que
colmaría la copa y le costaría su puesto: el traslado de Baldorioty de Castro y
15 otros líderes autonomistas nada menos que al castillo del Morro en el Viejo
San Juan.
(Continuará)
* Para una descripción detallada de las torturas ver p. 260-262 en el libro de Cruz Monclova.