domingo, 23 de diciembre de 2012

Me despido hasta Reyes...

(La imagen original la tomé de Facebook y Maruca le añadió el mensaje.)


Aprovecho para desearles a todos y todas muchas bendiciones. Sobre todo mucha salud, tranquilidad y amor.  Esta imagen me atrajo porque sugiere la esperanza de un mejor futuro para Puerto Rico a partir del año próximo.  Que así sea.



domingo, 16 de diciembre de 2012

Para l@s boricuas ausentes: una nueva versión de "Boricua en la Luna"

Una de las sorpresas (para mí) del Especial del Banco Popular de este año fue la interpretación de Willy Rodríguez y Cultura Profética del clásico "Boricua en la Luna".  Aquí lo tienen y perdonen, pero si se me aguaron los ojos a mí que vivo en Puerto Rico, a ustedes les aseguro lágrimas por las imágenes que incluye del Barrio y los boricuas en Nueva York.

Me gustó el Especial porque es casi un documental sobre la historia de la industria disquera en Puerto Rico que se nutrió de las velloneras que había en cada negocito de cada barrio en la Isla.  Se entrevista a los viejos y se deja cantar a los jóvenes, otro acierto.  El Especial vale la pena también por la interpretación de Ileana Cabra (la hermana de los de Calle 13), de la canción "La pared".  Tiene una voz espectacular.  Y por supuesto, "Yo quiero un pueblo" con el que cierra nada menos que con el dúo de Danny Rivera y Chucho Avellanet y el Coro de Niños.

Este video acaban de colgarlo en YouTube y no es la promo sino la canción tal y como sale en el Especial. No sé si lo eliminarán pero por lo pronto pueden disfrutarlo de gratis.


lunes, 10 de diciembre de 2012

El Tratado de Paris de 1898: origen de nuestra condición colonial


Estados Unidos siempre supo aprovechar al máximo la negociación de los tratados firmados luego de la guerra de independencia contra Inglaterra en 1783, y las guerras de expansión territorial. El Tratado de Paris , que el 10 de diciembre de 1898 puso punto final a la corta pero productiva guerra contra España,  fue un claro ejemplo de ello.  El presidente William McKinley nombró una comisión compuesta en su mayoría de miembros de su partido Republicano, el partido expansionista por excelencia.  No se invitó a París a ningún representante del pueblo cubano cuya liberación había sido el supuesto propósito de la guerra.  No se incluyó miembro alguno del Gobierno Autonómico de Puerto Rico que estaba recién instalado cuando se inició la Guerra hispano-cubana-estadounidense.  No se incluyó representante alguno de las Filipinas, que acabarían enfrentándose contra los Estados Unidos en la guerra Filipino-Americana.  

Las instrucciones del Presidente a sus comisionados fueron: cesión incondicional de Puerto Rico y Guam, la renuncia de España a Cuba y la adquisición de Filipinas.  A todo eso se opuso España pero al final tuvo que aceptar porque la alternativa era que continuarían las hostilidades y hasta hubo amenaza de invadir a las islas Canarias.

El abogado e historiador Francisco Ortiz Santini en su blog El filo de la moneda explica la negociación que nos concierne todavía en estos términos:   
El trámite de ceder a Puerto Rico provocó uno de los tranques más serios entre los negociadores del tratado. Por un lado, los estadounidenses se referían meramente en sus propuestas a la cesión de la Isla de Puerto Rico. Por el otro, los españoles insistían en que la cesión requería no sólo considerar el territorio, sino también a los habitantes de Puerto Rico. La inserción del tema de los habitantes de Puerto Rico provocó uno de los choques más serios entre los negociadores, particularmente en lo relacionado a la ciudadanía que detentarían dichos habitantes. Estas diferencias hicieron crisis el 9 de diciembre de 1898, cuando los negociadores españoles presentaron su protesta contra la pretensión estadounidense de no reconocerle a los habitantes de Puerto Rico el derecho a retener su ciudadanía española.

Los estadounidenses replicaron que los residentes de Puerto Rico nacidos en España, tendrían un año para escoger su ciudadanía, pero que los “naturales” de la Isla no tendrían esa opción. “Su condición y sus derechos civiles”, afirmaron, “se reservan al Congreso, quien hará las leyes para gobernar los territorios cedidos”.

¿Por qué se reservó el "estatus" de los puertorriqueños al Congreso en el Artículo IX de ese Tratado?  La razón para ello es que desde el 1868 los actos de guerra caen bajo el Congreso y no la Presidencia lo cual confirma que para los Estados Unidos fuimos botín de guerra.  El hecho que no debemos olvidar es que todavía, 114 años después, seguimos estando bajo el Congreso de los Estados Unidos, que es precisamente el que nunca ha querido actuar en serio sobre el asunto del estatus político de Puerto Rico.   Veremos a ver qué hacen frente al supuesto "mandato" para la estadidad en el referéndum del pasado 6 de noviembre. 
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Enlaces recomendados:

miércoles, 5 de diciembre de 2012

El pintor boricua Nick Quijano vuelve a sorprendernos con su arte inigualable

Noticel anuncia que Nick Quijano, "presenta su más reciente trabajo creativo, BASURA, en el Museo de Las Américas el jueves, 6 de diciembre, a las 6:00pm.

BASURA recoge la labor de más de 30 años de Quijano rescatando objetos urbanos desechados para transformarlos en arte, lo que convierte esta nueva presentación del reconocido artista en una exposición antológica de uno de los asuntos que más le apasiona.

“Esta exposición”, ha dicho el artista, “es una reflexión del impacto del ser humano sobre el planeta y una celebración del arte como testimonio de ello. De ahí que este proyecto vaya acompañado de un ciclo de 8 conferencias con la participación de humanistas, artistas, escritores y ecologistas para analizar el tema”.

Desde 1981, Quijano ha visitado la playa de Cascajo, en la barriada La Perla, del Viejo San Juan, para recoger los objetos descartados que allí deposita el mar. Con esos materiales, que varían en forma, tamaño, textura y color, el artista ha conformado un asombroso repertorio de obras de arte que incluy esculturas, ensamblajes, maquetas, relieves, paisajes, retratos, instalaciones y “artefactografías” (fotografías realizadas con estos objetos).
“Los materiales que he estado usando han adquirido cualidades extrañas, únicas y asombrosas por obra del ser humano y de las fuerzas de la naturaleza.

En esta exposición los visitantes se enfrentarán a su propia vida cotidiana al reconocer en los materiales que uso algo que fue parte importante de sus vidas y sobre los cuales, quizás, se cuestionarán por qué los han descartado”, recalcó el artista.

La noche de la apertura se presentará el documental Basura: (así, con dos puntos) realizado por el reconocido cineasta Roberto “Tito” Otero.
La exposición estará en la Sala 2 del Museo de las Américas hasta el 24 de febrero de 2013. El
calendario de conferencias y foros se extenderá desde diciembre hasta ese mes del próximo año."

sábado, 1 de diciembre de 2012

La invasión de Estados Unidos a Puerto Rico en 1898 (segunda parte)


(Como prometí, aquí está la continuación del post anterior . Lo dedico a las y los estudiantes y sus profesores del curso de Historia de Puerto Rico de la Universidad del Turabo que he tenido la suerte de conocer en este semestre sirviendo de recurso para esa clase en algunos temas.) 

En el escrito anterior vimos como el General Nelson Miles le hace caso al espía Whitney y logra que la invasión se haga por Guánica y no por Fajardo.  Luego de izar la primera bandera estadounidense en Puerto Rico, le envía un mensaje al Secretario de la Guerra en el que le dice que se tomó el puerto “felizmente”, encontraron “débil resistencia” y no hubo bajas. Al menos menciona que hubo resistencia que según Angel Rivero en su Crónica consistió de “once guerrilleros de caballería” al mando del Teniente Méndez quienes dispararon a los soldados estadounidenses cuando arriaron la bandera española pero luego corrieron fuera del pueblo cuando les cañonearon desde el Gloucester y los marinos desembarcados les dispararon con rifles. Fue la primera sorpresa para esos pobres soldados españoles que empezaron a ver la diferencia entre ellos y los invasores.
 
Para conocer en detalle lo ocurrido antes, durante y después de la invasión por Guánica el 25 de julio de 1898, nuestra mejor fuente es la Crónica de Angel Rivero, el capitán boricua que fue asignado al Fuerte San Cristóbal seguramente cuando ya las autoridades conocían lo de la explosión del Maine en La Habana y esperaban la guerra en cualquier momento.  Lo más valioso del libro, por ser la verdadera crónica, es el Diario que por suerte no descartó sino que publicó como Apéndice del libro.  Son anotaciones cortas de lo que ocurría a su alrededor y de todo lo que se entera a partir de marzo de 1898.  Por tanto son valiosísimas para permitir ubicarnos en ese momento tan dramático y entender el cambio de actitud en la población que fue del patriotismo exaltado y vociferante al “embriscamiento” (palabra que significaba huída) o a la observación silenciosa. 

Así vemos que según empiezan a circular rumores de posible guerra, impresiona la lealtad a España y el entusiasmo general.  Se forman variados grupos de voluntarios que abarcan todas las clases sociales y todos los pueblos desde las guerrillas hasta los macheteros (obreros y campesinos) pasando por el batallón de “Tiradores de Puerto Rico” donde jovencitos de clase alta se alistaban.  El Gobierno mantiene ese entusiasmo publicando noticias falsas en el periódico oficial, La Gaceta. Algunas son hasta risibles, como la de que la escuadra española había derrotado a “los yankis” en Filipinas cuando había sido todo lo contrario.

A la misma vez que se entera el pueblo a principios de mayo de la verdad, aparece al norte de San Juan un buque de vapor de tres chimeneas sin llevar bandera. Los sanjuaneros lo veían cada día y lo bautizaron como el “buque fantasma”. Rivera le dispara un cañonazo para que muestre su bandera y al amanecer del 12 de mayo comienza el bombardeo a la ciudad capital que dura tres horas. Luego de eso comienza el éxodo de los sanjuaneros, los llamados “embriscados” que se van en lo que encuentren o a pie para Río Piedras y en botes de vela para Cataño.  Pero al ver el pueblo retirarse al enemigo sin intentar tomar la ciudad, se da por sentado que han derrotado a los yankis y hay una euforia enorme en la población (que vuelve a la ciudad) y la prensa –aun la antiespañola- publica artículos patrióticos y hasta una décima titulada Doce de mayo (la ven en la p. 546 de la Crónica).  El ánimo se torna eufórico al ver llegar al torpedero Terror, que se espera que elimine los buques que quedan bloqueando el puerto de San Juan.   Pero el 22 de junio Rivero anota en su Diario que ha tenido lugar un combate entre uno de los cruceros americanos, el St. Paul y el Terror frente a una multitud de curiosos en las murallas.  Dice que “ha causado mucho malestar y todas las esperanzas depositadas en el Terror se han desvanecido”. Lo mismo ocurre con el Antonio López que es atacado y se incendia también ante los ojos horrorizados de los habitantes de la capital y sus mandatarios. En esas batallas un mes antes de la invasión por Guánica, las embarcaciones españolas en las que cifraban sus esperanzas fueron destruidas a la vista de los sanjuaneros.  Vean los combates navales en estos enlaces

Rivero es bien crítico de la forma en que actuaron los mandatarios españoles durante todo el conflicto, empezando por el Capitán General Manuel Macías y en especial el jefe de Estado Mayor que era el coronel Camó. Al único que destaca y admira es al general Ricardo Ortega. Pero a Ortega le tenían "casi recluído en San Cristóbal y tratado como un loco peligroso, porque había dado en la manía de soñar con días de gloria para su Patria y para su Ejército".  Dice que una vez se enteran en San Juan de que los yankis han invadido por Guánica, Ortega va a Fortaleza con un plan de ataque a las tropas invasoras pero el coronel Camó se lo rechaza.  Lo que describe Rivero que pasó a partir de ese momento da pena y coraje. Por no admitir que ya se estaba negociando un protocolo de paz (seguramente por mandato de la Corona) arriesgaron vidas y reputaciones.  Lo que sorprende es que hubiera oficiales y soldados que estuvieran dispuestos a luchar como lo hicieron y Rivero se ocupa de describir en detalle sus valientes ejecutorias. 

Una de las víctimas de las decisiones incomprensibles y desacertadas de Macías fue el jefe del batallón Patria que quería enfrentarse a los invasores a las afueras de Guánica.
El coronel Francisco Puig pidió órdenes de atacar y lo que recibió por respuesta fue un telegrama con órdenes de retirarse por Adjuntas hacia Arecibo.  A regañadientes Puig obedeció y procedió a la retirada atravesando montes bajo lluvia, teniendo que dejar la mayor parte de la carga que llevaban y llegando exhaustos. Para su sorpresa, le esperaba un telegrama del coronel Camó exigiéndole que se presentara para explicar "su marcha desastrosa". Puig se da cuenta de que lo van a procesar y se vistió de uniforme, agarró su sable y se fue va a una playa de Arecibo y frente al mar se pegó un tiro. 

Lo que ocurrió en Ponce

En la llamada capital criolla del sur de la Isla, Macías por poco provoca que la bombardeen.  Cuando se le dio aviso de que había tres buques con los cañones apuntados hacia el poblado de Ponce, Macías contesta (desde la comodidad de su despacho en Fortaleza) que deben resistir. Los que asumen control son los cónsules en Ponce, particularmente el vicecónsul de Inglaterra, Fernando M. Toro, quien luego de varias entrevistas con los invasores consigue que les den una prórroga para negociar la rendición. Toro acuerda con los otros cónsules que deben insistirle a Macías que la resistencia es inútil. Entretanto el coronel a cargo, Leopoldo San Martín, le comunica a Macías que solamente tiene 3 compañías de Patria y algunos voluntarios y guerrilleros a lo cual le contesta el gobernador “Cumpla usted con su deber”.  Y a los cónsules les contesta que “no tengo autorización para parlamentar con los americanos. Lamento, como amante de Puerto Rico, los destrozos que el enemigo puede hacer en una guerra que nosotros no hemos buscado. Ponce y todo el territorio será defendido por cuantos medios tenga a mi alcance”. Palabras ofensivas por lo falsas que tienen que haber sido para complacer a los del Gobierno en Madrid.  Pero en Ponce la reacción del pueblo al enterarse fue querer atacar a las tropas españolas para impedir el bombardeo.  Finalmente Macías le escribe a San Martín que “si usted cree que toda defensa es imposible, evacue la plaza en mejor orden”.  El cónsul Toro entonces negocia la capitulación con el general Davis en su buque pero al regresar al poblado se entera de que Macías ha anulado lo anterior, destituído a San Martín (a quien toman prisionero al llegar a Aibonito) y nombrado a un tal Julián Alonso con órdenes de “resistir a todo trance”. Los cónsules obtienen nueva prórroga de Davis y envían un telegrama caliente a Macías.  El Gobernador entonces contesta echando la culpa al pobre San Martín y aceptando la evacuación de la plaza.  Finalmente el 28 de julio desembarcaron las tropas estadounidenses en Ponce y se izó la bandera en la capitanía y más tarde en la Casa Ayuntamiento.  El General Miles reunió esa tarde en el Hotel Francés a las autoridades, emitió la famosa Proclama y regresó a su barco.

Coamo y Asomante

Un grupo de oficiales españoles se negó a rendirse en Ponce y siguieron hasta Aibonito permaneciendo en las trincheras del Asomante donde participaron del combate que allí tuvo lugar el 12 de agosto. Otro grupo siguió hasta Coamo en donde hubo un combate en el que murieron el coronel Illescas y el capitán Frutos López.  De allí un grupo de oficiales y soldados huyó sin aceptar rendirse y también se refugió en el Asomante.

Rivero en su Crónica revela que Asomante en Aibonito fue escogido como lugar para cerrar el paso a los invasores donde no pudieran ser ayudados por su fuerza naval.  Sin embargo dice que “muy poco se hizo para aumentar su valor defensivo” (p. 254).  Con todo y eso, luego de una batalla los invasores se tuvieron que retirar y los defensores quedaron a la espera hasta que les vinieron con informes de que se había firmado un armisticio, les pedían que dejaran las armas y se rindieran. Los combatientes del Asomante, bajo el mando del Capitán Ricardo Hernáiz, se negaron a rendirse porque Macías lo había ordenado así. Pero ya la guerra había terminado y las tropas estadounidenses recibieron estrictas órdenes de parte de Miles de retirarse.

De ahí en adelante se llevó a cabo la ocupación por las fuerzas militares de Estados Unidos de cada uno de los 48 pueblos que quedaban bajo la bandera española. (Rivero publica la lista completa con la fecha de posesión en la p. 689.)  Finalmente el 18 de octubre de 1898 en el Palacio de Santa Catalina (La Fortaleza) en San Juan se realizó la entrega oficial de la ciudad capital y la Isla al izarse la bandera estadounidense y tocarse el himno de los Estados Unidos.  Rivero aclara que la bandera española nunca fue arriada oficialmente porque ya se habían ocupado días antes de colocarlas en un cofre especial y enviarlas a España.  Irónicamente en ese momento histórico en que se hacía oficial el traspaso de la isla de Puerto Rico y sus habitantes al nuevo dueño, en la ceremonia estuvieron Luis Muñoz Rivera y los otros miembros del legítimo Gobierno Autonómico de Puerto Rico como observadores de algo en lo que no tuvieron nada que decir y no pudieron evitar. Irónicamente también el que representó al Gobierno de España en el traspaso de propiedades militares (a petición del general Ricardo Ortega) fue un boricua: el Capitán Ángel Rivero Méndez.

(Del Tratado de París nos ocuparemos en una próxima entrada.)

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