martes, 31 de enero de 2012

El 2012: más engaños, corrupción e impunidad. Pero sigamos escribiendo..

El 2012 sonaba tan distante y tan inquietante que todavía no puedo creer que ya se terminó su primer mes. No empezó bien, ni para la humanidad ni para el planeta que habitamos. Suenan de nuevo tambores de guerra mientras se intenta amordazar el vehículo de expresión más prevaleciente y efectivo con leyes que limitan el acceso al Internet.

En Puerto Rico casi no da tiempo a reaccionar a cada desvergüenza de la ralea de políticos corruptos que nos gobiernan, mientras el Gobernador Fortuño le hace campaña en la Florida al candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Mitt Romney. En la escena de esa campaña política, en el estado con la segunda mayor concentración de boricuas, se inserta el supuesto respaldo de los candidatos principales del partido de Fortuño a la estadidad para Puerto Rico. Le conviene a los penepés seguir engañando al pueblo con esa posibilidad (en el plebiscito que nos van a atragantar este noviembre), cuando sabemos que antes llegamos a Marte que a la estadidad.

Entretanto, en nuestra Isla, en toda mi existencia, nunca antes había presenciado una corrupción tan prevaleciente a todos los niveles y un desgobierno que lleva a la anarquía y al aumento en criminalidad. Mientras los que sostenemos el país con nuestras contribuciones nos empobrecemos a pasos agigantados, vemos enriquecerse a costa nuestra a unos energúmenos con poca o ninguna educación y mucha fuerza de cara.

Lo mismo me comentan a diario amig@s, familiares y gente con quien uno se encuentra en las gestiones cotidianas. Tod@s terminan su análisis de la situación con dos palabras que destruyen la esperanza y el optimismo: impunidad e impotencia. Lo primero, porque no hay castigo para los delincuentes oficiales que se salen con cosas con las que nosotros los mortales tenemos que cumplir o nos echan la fuerza de la ley encima. Eso nos lleva a sentirnos impotentes porque nada podemos hacer excepto rabiar. Lo triste es que la alternativa que se nos ofrece en estas elecciones es tan floja que los mismos partidarios del candidato se sienten poco esperanzados.

Toda esta situación que apabulla el cerebro ha prolongado mi falta de ánimo para escribir, ya en parte superada mi gran tristeza de los pasados meses. Al parecer algo similar le está pasando a un número de blogueros y blogueras que casi no escriben sobre lo que ocurre o publican sobre asuntos sin importancia local. Prometeo dice, con razón, que los boricuas nos encontramos en estado de estupor.

Por su parte, Siluz, al celebrar los 5 años de Escribiendo en voz alta nos recuerda en la cita de Graham Greene que :“Escribir es una forma de terapia. A veces me pregunto como se las arreglan los que no escriben, los que no componen música o pintan, para escapar de la locura, de la melancolía, del terror pánico inherente a la condición humana”.

No... el 2012 no pinta nada bien. Pero quiero (y espero) seguir escribiendo, para sobrevivir y salir del estupor.

domingo, 8 de enero de 2012

Ana Lydia Vega y su columna sobre la despedida del 2011

Iba a escribir sobre este asunto pero al leer la columna de Ana Lydia esta mañana pienso que mejor la dejo de escritora, huésped de honor, en mi blog.

Tonada de Año Nuevo

El sonado vídeo puertorriqueño de la despedida de año a tiro limpio ha causado casi tanta sensación como el de aquel notorio trasero senatorial. Hasta provocó una reacción indignada del “Sindicato de gatilleros encapuchados”, simpatizantes autodeclarados de la campaña pacifista papocristiana.

Y con razón. Nadie quiere cargar la culpa del salvajismo generalizado que volvió a desatarse pese a las súplicas de tregua navideña piadosamente sometidas por los periodistas a los ejecutivos de la narcoindustria.

El vídeo de marras me trajo a la memoria otro espectacular micrometraje de YouTube difundido el año pasado. Es el de la maestra de kinder que, en pleno tiroteo entre matones, calmaba a los niños con una canción. Pongan las caritas en el piso, se le oye decir entre detonaciones de armas largas. Los pequeños la obedecen temblando y llorando. Y ella entona una melodía que, cachetes sobre losetas, el coro horizontal comienza a cantar: “Si las gotas de lluvia fueran de chocolate...”

La historia es tan conmovedora como escalofriante. El escenario, un salón de clases poblado de infantes aterrorizados, tiene como telón de fondo la masacre droguera en el municipio mexicano de Monterrey. La música y la fantasía sirven aquí de escudo contra los horrores del mundo exterior, ese campo de batalla ilimitado en el que se exterminan mutuamente los verdugos a sueldo de carteles rivales.

Simbolismo no le falta al episodio: arte contra muerte, educación contra barbarie. Con un acto de magia improvisada, una maestra brava y tierna protege del caos asesino las delicadas mentes de sus alumnos.

Su inventiva de emergencia convierte las balas en gotas de lluvia con sabor a chocolate. Y, de paso, les demuestra a los chicos el poder infinito de la imaginación.

En países como el nuestro, eternamente sujetos a catástrofes climáticas, políticas, económicas y sociales, sobreponerse a las desgracias es casi una especialidad. Cuando los cuatro jockeys del boricualipsis –miseria, ignorancia, corrupción y violencia– nos tiran encima sus caballos furiosos, afinamos por fuerza estrategias de salvación.

Hay quien se encierra a doble llave entre los muros y las rejas de Villaestrés. Hay quien se dedica a soñar con un lugar lejano y perfecto donde reinen por siempre el orden y la tranquilidad. Y hay quien se tira de pecho al degenere como antídoto a la persistencia inmisericorde del “down”. Toda jugada conlleva sus riesgos. La primera podría conducir al consultorio del siquiatra, la segunda, al aeropuerto y la tercera, al hospital.

Por suerte, formas menos drásticas de capear las crisis crónicas también están disponibles. Una de ellas requiere encarar las desventuras como observador distanciado. Para eso, habría primero que ponerse filosófico, meditar sobre la extrema brevedad de la existencia y la absoluta inutilidad de recomerse las entrañas por lo que, al fin y al cabo, no se puede controlar. Y, después, a pasearse indiferente entre casquillos y cadáveres.

La postura del escéptico divertido es una variante placentera de la anterior. Burlarse de todo –hasta de uno mismo– resulta sumamente terapéutico. Toda adversidad, por peor que sea, produce algún motivo legítimo de risa. Menos mal que en Puerto Rico la política es fuente inagotable de ridiculeces y payasadas. Si hubiera que tomarla en serio, las bajas potenciales de la salud mental serían más numerosas que las del crimen.

A falta de vocación migratoria, la posibilidad de la fuga intermitente ayuda a mantener boyante el ánimo, aunque no el bolsillo. Esa opción, accesible sólo a los abilletados, permite esquivar el calor, los malos ratos, las temporadas de huracanes y las navidades. El turista esporádico disfruta así, por espacio de un viaje, la ilusión de la evasión, y se ahorra los molestos escozores de la nostalgia con el regreso al rincón natal. A veces, tras un día particularmente feroz, uno se acuesta con el moco caído.

La locura y la apatía parecen haber ganado la partida. El País se va a pique y, con él, la energía vital. El manual “Cien razones para largarse p’al carajo” está ahí, al alcance del deseo. Entonces es cuando a uno se le forma la cortina en los ojos y el taco en la garganta.

Pero, acabando de apagar la luz, sin que nada lo anuncie ni lo explique, uno escucha esa vocecita tenue, traviesa, inesperada que, desde el fondo de la voluntad, se ha puesto a cantar como un niño bajo el embate incontenible de la balacera. Y ya hoy es ayer. Y mañana será otro día.

viernes, 6 de enero de 2012

"Sin mordazas" se une a campaña por liberación de Oscar López Rivera

Un día como hoy, día de Reyes, hace 69 años nació Oscar López Rivera en San Sebastián del Pepino, Puerto Rico. Lleva 31 años en prisión, esta vez en una penitenciaría de Terre Haute, Indiana, acusado de conspiración sediciosa por haber pertenecido a las FALN. No se le acusó de muerte alguna. Pero lleva más tiempo prisionero que asesinos o violadores en las cárceles de los Estados Unidos. Su gran pecado: haber luchado por la liberación de Puerto Rico. Vean su biografía a ver si este hombre merece un solo día más de prisión. Lean el Mensaje del Comité Pro Derechos Humanos del cual cito el párrafo final:

En sus valores y en sus principios, independientemente de visiones filosóficas, políticas o religiosas, Oscar López es un hombre justo, que ha dado su vida y su libertad por el amor a la patria. Lo justo es que no cumpla un día más de cárcel, lo justo es que se le permita regresar a la tierra que lo vio nacer, lo justo es que el presidente de Estados Unidos oiga nuestro pueblo, que atienda nuestro reclamo de justicia y lo libere este año del 2012. LIBERTAD PARA OSCAR LÓPEZ AHORA…



















Esta imagen de los Tres Santos Reyes es de su autoría.

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