Desde Ohio
Me enteré de la muerte de Saramago por mi buena amiga Ema que sabe que estoy bastante alejada de todo en estas semanas. Me dolió, como nos duele la partida de aquellos que consideramos seres imprescindibles, que nos ayudan con sus escritos y sabiduría a tolerar la realidad.
En Portugal decretaron duelo nacional de dos días y de acuerdo a la noticia de Página 12 “centenares de personas desfilaron ante la capilla ardiente instalada en la alcaldía de Lisboa. Algunos llevaban en una mano un clavel rojo, símbolo de la revolución que puso fin a la dictadura de Antonio Salazar el 25 de abril de 1974 y en la que Saramago participó.”
Pero de acuerdo a la misma noticia la nota discordante la dio el Vaticano en un editorial donde describen a Saramago como “un hombre y un intelectual de ninguna capacidad metafísica, que vivió agarrado hasta el final a su pertinaz fe en el materialismo histórico, alias marxismo”. No podíamos esperar otra cosa de un Papa con un pasado nazi.
Otros hablaron por todos los que le admiramos y nos apena su partida. Destaco dos:
-Luis Sepúlveda: Será dura y difícil la senda de los preocupados por la ética sin la presencia de José Saramago. Será duro saber que no está cuando precisemos de su voz alentadora en las mil batallas pendientes contra un sistema feroz. Pero sé que una voz en nuestras conciencias, en los momentos de dudas o peligros, nos recordará que con nosotros todavía sigue el ejemplo de ese hombre, de ese hombre llamado Saramago.
-Eduardo Galeano
“Se fue, pero se quedó. No quiero palabrear las emociones. Digo que en este mundo hay finales que son también comienzos, muertes que son nacimientos. Y de eso se trata. Siempre estuvo al lado de los perdedores. Nos hará falta, pero seguirá resonando desde sus libros. Como dije sobre Mario Benedetti hace un año: ‘Hay cosas que se dicen callando’.”
La mejor que lo dijo, aunque en privado, fue mi amiga Ema: "Saramago reta, tienta y obliga a pensar; y para mí, esos son los grandes. Porque para eso fue que la naturaleza puso este cerebrito donde lo puso. De modo que recordé y me identifiqué con la gente en Francia que pone flores y asiste a los entierros de los que considera sus grandes, desde Balzac y Victor Hugo, hasta Sartre y Simone, sin dejar afuera a Camus...Es que Saramago provoca reflexión e ideas y esa, en mi opinión , es la provocación más grande que los verdaderos genios nos deja."